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El pasado de Francia se cuela en su lucha electoral

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La Redada del Velódromo de Invierno.

“Francia no es responsable del Vel d’Hiv”,
Marine Le Pen,
Candidata a Presidente de Francia por el Frente Nacional

 


Antes, un poco de historia

El profesor Yehuda Krell escribió en“Páginas de Odio. Historia del Antisemitismo”:

“(...) Los líderes franceses aceptaron ideológica y políticamente la ocupación de Francia, sostenían que lo hacían para salvaguardar a la nación y mantener algo parecido a una independencia. Bajo estas ideas, el colaboracionismo se convirtió en moneda corriente; los franceses fueron totalmente indiferentes ante los atropellos a los que eran sometidos sus conciudadanos judíos.

El nuevo gobierno del mariscal Henri Philippe Pétain, en Vichy, tuvo gran aceptación popular; el héroe de la 1ra. Guerra Mundial era visto como el salvador de Francia de una destrucción total ante la derrota con los alemanes. Imbuidos los franceses de este espíritu, el antisemitismo, el traslado de los judíos, y la expulsión de ellos, fueron aceptados silenciosamente; silencio que reconoce que las políticas adoptadas por Pétain eran vistas como necesarias y tenían un masivo soporte político e ideológico.

Varios informes de diferentes organismos alemanes señalan que los franceses estaban inmersos en su propia existencia, estaban ocupados con sus quehaceres cotidianos: los trabajadores siguieron laborando, los artistas desarrollando su arte, los niños iban al colegio, los universitarios trataban de aprobar sus exámenes, la vida continuaba. Es interesante hacer notar que si bien existían algunas manifestaciones contestatarias al régimen de ocupación, los grandes artistas continuaron con sus creaciones, Pablo Picasso siguió pintando, Jean Paul Sartre continuó escribiendo, Cocó Chanel siguió vistiendo y agradando a gente alemana importante, en todas partes se mantenía la rutina diaria.

A pesar que el racismo alemán no era popular en Francia, la expulsión de los judíos era aceptada y hasta vista como necesaria por importantes sectores franceses. Cuando el gobierno de Vichy promulgó la legislación antijudía en 1940-1941, no lo hizo por presión de los alemanes, sino por propia iniciativa. Francia colaboró con Alemania “por razones de Estado”, fórmula que escondía un “colaboracionismo” motivado en la admiración que algunos sentían por el nazismo en el que veían los valores verdaderos de la civilización de Occidente. El gobierno de Vichy representó el triste espectáculo de la Francia de Petain entregada al nazismo, sometimiento que tuvo para los judíos trágicas consecuencias. Había que descontaminar a los franceses de la sangre judía y en consecuencia, los gobernantes de Vichy impusieron leyes y normativas anti judías, y adoptaron medidas más drásticas que las exigidas por los propios nazis. Los empresarios y comerciantes judíos fueron presa tanto de los políticos antisemitas, como de sus competidores comerciales que adherían al nazismo.

El “Estatuto de los Judíos” definió quién era judío y comenzaron a multiplicarse las leyes antijudías. En marzo de 1941, se creó el Comisariado General para las Cuestiones Judías dirigido por Xavier Vallat, quién postulaba la necesidad de “arianizar” la economía francesa. Los judíos fueron censados y obligados a declarar sus bienes, sólo podían ejercer oficios subalternos, sin responsabilidad y perdieron el derecho a la propiedad.

Durante cuatro años se expoliaron sus bienes con la colaboración de muchos profesionales privados: arquitectos, economistas, notarios y abogados que vieron una excelente oportunidad para “colaborar” con el régimen y encontrar compradores de los bienes requisados. El gobierno de Vichy puso en marcha una gran burocracia represiva que dio ocupación a más de 20.000 administradores franceses; éstos se dedicaban a ubicar judíos, localizar sus negocios y confiscar sus bienes, obteniendo por ello un buen beneficio, situación que se prolongó hasta la liberación de Francia por los aliados.

Es ampliamente conocida la redada de julio de 1942, Vel d´Hiv o Rafle du Vel d´Hiv (Velódromo de Invierno), donde se produjo un arresto masivo de judíos que fueron trasladados al velódromo para ser luego enviados al Este, a los campos de exterminio. La tarea fue realizada por la colaboración de 9.000 gendarmes franceses y no por los alemanes, durante los días 16 y 17 de julio. Desde la madrugada del día 16, 12.884 judíos –3.031 hombres, 5.802 mujeres y 4.051 niños– fueron arrestados y conducidos al velódromo, donde las condiciones de reclusión fueron penosas. No se les permitió llevar mantas, ni otra muda de ropa; sin comida y sin agua, se separaron a las familias, muchas de los cuales nunca más volvieron a verse, y la consigna era que los que intentaban huir debían ser fusilados. Luego de ser entregados a los alemanes, los hombres, mujeres y niños fueron llevados a Auschwitz.

Estas víctimas son parte de los 76.000 judíos franceses, familias enteras, que fueron deportadas a los campos de exterminio, además los registros indican que más de tres mil judíos murieron en Francia, en los campos de concentración o fusilados.

Si bien la solidaridad de sectores de la población francesa posibilitó el ocultamiento de muchos judíos, como así también la adhesión a las filas de los movimientos de resistencia clandestina, es de notar el alto número de colaboracionistas franceses en denunciar la presencia judía en el país y entregarlos a sus captores. Recién el 16/07/1995, el entonces presidente de Francia, Jacques Chirac, admitió por primera vez la responsabilidad de Francia en la deportación y el exterminio de judíos durante la II Guerra Mundial. Reconoció que "Esas horas negras mancillan para siempre nuestra historia y son una ofensa a nuestro pasado y tradiciones. ( ... ) Francia, patria de la ilustración y de los derechos humanos, tierra de acogida, de asilo, cometió entonces algo irreparable, faltó a su palabra y entregó a sus protegidos a los verdugos. Con ellos mantenemos una deuda imprescriptible".

A los negadores de la Shoá o a los banalizadores del mayor genocidio humano, como la candidata Le Pen, sería importante recordarles que al pie del monumento en honor a las víctimas de la Shoá en París, a orillas del Sena, está escrito “no olvidaremos jamás”, ese es el mandato. (...)”.

Ahora, al presente

Sucede que la candidata presidencial del Frente Nacional, Marine Le Pen -quien está desde hace años intentando hacer re-branding de su partido para despegarlo del anstimetisimo de su padre- metió el dedo en la llaga. En abril de 2015, Jean-Marie Le Pen había dicho que las cámaras de gas fueron sólo un "detalle" de la 2da. Guerra Mundial. Este comentario fue la gota que rebalsó el vaso para su hija quien decidió expulsarlo del partido que él mismo había ayudado a fundar, por considerar sus opiniones demasiado extremas.

Pero ahora fue la propia Marine la que expresó comentarios bastante comparables. La candidata presidencial de la ultraderecha negó la responsabilidad de Francia en la detención masiva de judíos en París durante la ocupación nazi.

"Creo que Francia no es responsable por el Velódromo de Invierno", dijo en entrevista con varios medios de comunicación, en referencia al episodio del 16/07/1942, cuando los autoridades nazis de París ordenaron llevar a cabo redadas masivas en las que fueron detenidos cerca de 13.000 judíos, que fueron recluidos en el citado Velódromo de Invierno antes de ser trasladados al exterminio en Auschwitz.

"Creo que, en general, si hay alguien responsable son aquellos que estuvieron en el poder en ese momento", sostuvo.

Recordemos que el régimen de Vichy en Francia deportó a unos 76.000 judíos durante el dominio nazi. Para el ministerio de Exteriores de Israel, los dichos de la candidata contradicen la "verdad histórica expresada por los presidentes franceses, que han reconocido la responsabilidad de su país en el fatal destino de los judíos franceses que perecieron en el Holocausto."

En efecto, en 1995, el entonces Presidente Chirac, reconoció la responsabilidad del Estado francés por los hechos, y el actual mandatario, François Hollande, ratificó en 2012 que fue "un crímen cometido en Francia y por Francia", reportó Europa Press.

Para entender los comentarios de Le Pen y por qué esta cuestión le importa, hay que considerar lo que es su ideología de manera más amplia: Le Pen rechaza la integración europea -al menos bajo las condiciones actuales- y quiere recuperar el nacionalismo francés. Para convencer al pueblo francés de que su programa es el más adecuado para el país, necesita desarrollar una historia, un relato. Y el revisionismo del pasado colaboracionista de Francia, es parte de esa narrativa. Le Pen criticó que a los niños franceses se los haya educado para cuestionar al Estado francés, "para ver solo los aspectos históricos más oscuros". "Yo quiero que estén orgullosos de ser franceses", dijo Le Pen.

Los dichos de Le Pen, además de cínicos, podrían jugarle muy en contra de cara a las elecciones, ya que la ubican otra vez en línea con la idiosincracia de su padre -de quien diferenciarse ha sido uno de sus objetivos centrales de campaña-. Sin embargo, también podrían jugarle a favor, ya que resuenan en un movimiento que ha venido creciendo en Europa en los últimos años: el negacionismo, una corriente de pensamiento que niega que el genocidio nazi contra judíos y gitanos haya existido.

"El negacionismo del Holocausto es el más radical del asi llamado 'revisionismo histórico' relacionado con la 2da. Guerra Mundial. Poco después de la Guerra hubo el primer intento de negar los hechos del Holocausto. Este fenómeno fue alcanzando notoriedad especialmente entre antiguos miembros y seguidores del nacionalsocialismo, así como entre miembros del movimiento colaboracionista que se negaban a aceptar responsabilidad por los Crímenes de Genocidio mediante el procedimiento de la simple negación. El negacionismo del Holocausto fue desde el principio un conjunto de interpretaciones históricas que pretendían ofrecer una imagen positiva de los Nazis. Fue por tanto creado a la luz de las necesidades políticas de los movimientos neonazis", escribió en un paprer la red europea United Against Racism (Unidos Contra el Racismo).

"Sin embargo, el Negacionismo del Holocausto es un fenómeno que ha alcanzado mayor grado de desarrollo y atención en la década de los noventa, convirtiéndose en un fenómeno más sofisticado y de mayor alcance. En este sentido, son dos los aspectos clave que tenemos que considerar. Uno es la gradual desaparición de una generación de testigos de los crímenes del nazismo. En segundo lugar, el derrumbamiento del comunismo en la Europa Central y Oriental, con la consiguiente tendencia a reescribir aquellas partes de la historia que fueron suprimidas o manipuladas por dichos regímenes. Algunos negacionistas se presentan como investigadores independientes que tan solo han hecho nuevos descubrimientos desconocidos hasta ahora. Su principal objetivo es ridiculizar la historia del sufrimiento de los judíos durante la guerra", explica el paper, que además explica que el negacionismo actual es promovido por un grupo reducido pero bien conectado de historiadores amateur y activistas políticos.

"Sus líderes son gente como David Irving en Gran Bretaña, David Duke y Arthur Butz en los Estados Unidos, Robert Faurisson en Francia, Ernst Zündel en Canadá", escribe el paper.

Justamente por estos días está estrenándose en Europa la película Negación (Denial), basada en una historia real, que cuenta la historia de un proceso judicial que tuvo lugar en Gran Bretaña en la última década del sigo XX, de alto impacto mediático. En él, la historiadora estadounidense Deborah Lipstadt -quien había publicado un libro titulado 'La Negación del Holocausto'- fue demandada por parte del historiador negacionista británico, David Irving. "De acuerdo con la legislación británica, Lipstadt se vio obligada no solo a tener que defenderse a sí misma, sino a demostrar de manera fehaciente que el Holocausto tuvo lugar. Su equipo de abogados -el mismo que representó a Diana Spencer en la demanda de divorcio contra la Casa de Windsor- propuso una estrategia desconcertante: no la llamarían a declarar a ella, ni tampoco a ningún superviviente del Holocausto. El objetivo del juicio no era aplastar a David Irving, sino poner en evidencia una mentira destructiva que estaban perpetrando él y otros como él", explicó Europa Press.

El escritor británico, Howard Jacobson, arroja luz sobre las raíces del negacionismo, en un artículo publicado en el periódico judío estadounidense, Forward, titulado "¿Seremos alguna vez perdonados por el Holocausto?". En este artículo, Jacobson plantea que el negacionismo presenta a los judíos como mentirosos y perversos para, en última instancia, justificar su exterminio. "Es parte de la vida humana, odiar al hombre a quien has herido", escribió el historiador romano Tacitus. Los negacionistas "aceleran el cruel proceso del olvido, asesinando por segunda vez a aquellos que ya han sido asesinados", escribió Jacobson en otro artículo en el diario británico The Independent.

El principal postulado de los negacionistas, es que los judíos se inventaron la mentira del Holocausto para servir a sus propósitos políticos y financieros de hoy. Dada su perversidad, entonces, los judíos demuestran ser merecedores del exterminio que nunca pasó. Los negacionistas, que no pueden celebrar el genocidio judío por ser esto políticamente incorrecto y hasta ilegal en algunos países de Europa, van entonces por otro camino, presentando un razonamiento cuya conclusión implícita es: los judíos no fueron exterminados, pero deberían haberlo sido. Es por esto que negar el Holocausto es una forma de volver a asesinar a las víctimas.

Si bien las declaraciones de Le Pen no fueron directamente negacionistas o antisemitas, sí le hacen el juego al negacionismo, porque eximen a Francia de su responsabilidad en el exterminio de los judíos franceses -mediante el colaboracionismo con los nazis- durante el régimen de Vichy. Y el negacionismo es considerado una vertiente actual del antisemitismo.

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Junto con Alemania, Francia fue el gran motor de la integración europea, escribió Peter Vanham, becario del Foro Económico Mundial, en un artículo publicado en Knowledge@Wharton, de la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania. Por esa razón, la próxima elección presidencial en Francia, más que ningún otro factor, determinará el futuro de Europa. "¿Está en proceso una 'primavera europea', mientras la Unión Europea se prepara para celebrar su 60º aniversario en Roma?", escribió Vanham. Recordemos que la integración europea fue la respuesta que elaboró el continente tras la 2da. Guerra Mundial, como antídoto contra los extremismos nacionalistas que habían devastado al continente. Pero "el pasado nunca está muerto, ni siquiera es pasado", escribió William Faulkner. Y en plena carrera electoral francesa, el pasado colaboracionista de Francia acaba de colarse por la ventana con fuerza.
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