
N. de la R.: Próximo a cumplir 87 años, Sayyid Ali Husaini Sistani es un Gran Ayatollah iraquí, figura política muy importante luego de la invasión estadounidense a Irak. Su familia era originaria de Isfahán, y se trasladó a Sistán, provincia de Buluchistán, lugar que dio su nombre de "al-Sistani". Su educación religiosa comenzó para trasladarse, en 1949 a la ciudad santa de Shi'a, en Irán. En 1951 regresó a Irak bajo la tutela de Gran Ayatollah, Abul-Qassim Khoei, a quien heredó en 1992. Con la muerte del Gran Ayatollah, Mohammad Sadeq al-Sadr, Sistani emergió como el clérigo chií Nº1 en Iraq.
Su mezquita fue cerrada en 1994, él fue perseguido por Saddam Hussein. Cuando pudo reabrir, en 2003, ya con los estadounidenses ocupando Irak, se autorrecluyó en Najaf pero, a pesar de su aislamiento e inaccesibilidad, en parte por una afección cardiovascular, él tiene enorme influencia sobre toda la población chií de Iraq, con un papel silencioso pero importante, comprometido con el proceso constitucional, llamando a sus seguidores chiíes a la no retaliación a la violencia sectaria.
Él pidió la formación de una convención constituyente, y exigió un voto directo para la formación de un gobierno de transición, siendo un camino seguro para el control chií del gobierno, dado que el 60% de la población de Iraq es chií.
En un principio, él le solicitaba a los religiosos chiíes que se abstuviesen de participar en las elecciones legislativas del 2005. Sin embargo, Sistani terminó convenciéndose de la necesidad de participar en las elecciones para que los chiíes tuvieran una influencia decisiva en el nuevo Gobierno.
Sistani presionó a los divididos partidos confesionales chiíes para que aceptaran unirse en una gran coalición electoral que fuera unida, con una única lista electoral. Los líderes de los partidos chiíes tuvieron que ceder ante la autoridad moral de Sistani. La coalición se llamó Alianza Unida Iraquí.
La inmensa mayoría de los chiíes votaron por esa lista en las 2 elecciones siguientes, la del 30/01/2005 y la del 15/12/2005, y esas 2 victorias electorales le dio el control mayoritario del Gobierno de la nación.
Luego, Sistani ha sido un duro critico de los planes estadounidenses para la implementación del gobierno iraquí, al considerarlo como un plan no lo suficientemente democrático.
Igualmente Sistani ha instado a la no respuesta a los constantes ataques de los suníes en la zona conocida como el "Triángulo de la muerte", al sur de Bagdad.
Pero el Irak que parieron los estadounidenses no es estable ni seguro. Más bien parece una bomba por explotar. Ese es el contexto de la siguiente nota:
por RANJ ALAALDIN
WASHINGTON DC (Foreign Affairs). En los últimos meses, Irak ha sido acosado por protestas y sus cientos de miles de protestantes han tomado las calles para expresar su disconformidad con el corrupto y disfuncional proceso político del país. Los disturbios culminaron con la toma y ocupación del parlamento iraquí para fines de abril por los seguidores del clérigo radical anti occidental Muqtada al-Sadr, después de dar un discurso en el cual el promovía una “gran revolución popular para parar a los corruptos”.
Sadr se ha convertido en la voz de la clase baja chií de Irak y ha continuado con el legado de su padre, Mohammad Sadeq al-Sadr.
El padre Sadr estableció una importante base social durante los '90, cuando en Irak se castigó a la población chií que sufría tanto la represión del régimen del partido Baath, sustento de Saddam Hussein, como el impacto de las sanciones impuestas por las Naciones Unidas. Tal como su padre embistió contra el Estado controlado por los Baath antes de 2003, Muqtada ha movilizado cientos de miles de seguidores, y muchos otros iraquís, contra el actual régimen vigente en Irak.
Y, como su padre, él ha confrontado y desafiado la legitimidad de sus rivales chiíes, a quienes el movimiento Sadrista han denunciado históricamente por su elitismo. El clérigo ha probado que él sigue siendo una figura comandante que puede movilizar y que podría, potencialmente, acelerar el programa de reformas que el moderado, pero débil, 1er. ministro de Iraq, Haider al-Abadi, ha tratado de implementar, en medio de una fuerte oposición de poderosos rivales cuyos intereses están relacionados con el statu-quo.
Pero Sadr no es el salvador de Iraq. Él es directamente responsable por la matanza, corrupción, y disfuncionalidad en la gobernanza, de la que Irak ha sufrido por más de una década. Sus esfuerzos de movilización tienen más que ver con revivir su propia significancia política, la cual ha menguado durante el curso de la guerra en el Estado Islámico (ISIS) debido al levantamiento de otros actores chiíes quienes han ganado los elogios generalizados por los éxitos en el campo de batalla contra los jihaidistas. Sadr también contribuye con los problemas de Iraq al continuar comandando su propia milicia, conocida como la Brigada de Paz.
La presencia de estos grupos paramilitares no sólo ha debilitado el mandamiento de las leyes y procesos democráticos que Sadr ostensivamente dice tratar de fortalecer; estos también crean un ambiente que permite el nacimiento de grupos autónomos armados y bandidos que trabajan contra los intereses del Estado iraquí y su gente. Las Brigadas de Paz también son una renombrada versión del supuestamente desmovilizado ejercito Mahdi, una milicia que fue formada por Sadr en respuesta a la invasión de los Estados Unidos en 2003, la que mató a occidentales e iraquís. En otras palabras, Iraq no puede reformarse hasta que las milicias como la Brigada de Paz no se desarmen o se integren en un ejército institucionalizado.
En verdad, el único hombre que puede salvar a Iraq es el Gran Ayatollah Ali al-Sistani. A diferencia del polarizante Sadr, Sistani es ampliamente considerado como un reconciliador. A los 87, el reverenciado jefe del mundo islámico chií ha funcionado como un crucial controlador o verificador del poder real de la corrupta élite iraquí y sus instituciones débiles, que están paralizadas por divisiones sectarias y étnicas. En Iraq, aún cuando los poderes de la élite, movimientos políticos e ideologías han crecido y decrecido, los ayatollahs han sido consistentemente una fuerza formidable.
Los establecimientos religiosos chiíes en Iraq integran una extensa red de instituciones nacionales y locales que permite impugnar el poder y la política de una forma sin precedentes. En 1960, por ejemplo, Ayatollah Mohsin al-Hakim dio vuelta la marea que beneficiaba a los comunistas iraquís, una fuerza muy poderosa para esa época, usando una fatwa (edicto religioso) que prohibía la membresía al Partido Comunista Iraquí. Ese fue el comienzo del fin del comunismo, cuya influencia menguó como resultado de los crecientes institutos, escuelas y centros religiosos y las políticas represivas del Estado.
Los centros religiosos de Iraq también movilizaron a gran número de iraquís para protestar y confrontar al presidente Abdul Salam Arfi a mediados de los años '60, quien fue atacado por su sectarismo y marginalización de los chiíes. Esta protesta no impulsó una revolución (la conducción religiosa chií no tenía apetito para eso), pero la clase religiosa se estableció a sí misma como un poderoso movilizador de la tradicionalmente dividida comunidad chií de Iraq que podía competir contra el poder y la política en el moderno Estado Iraquí. En 1958, ese establishment religioso chií jugó un rol directo y fundacional para establecer el partido Islámico Dawa, el pionero y mayor grupo sociopolítico islamista chií en Iraq, el cual hoy en día es el partido gobernante de Iraq. El Ayatollah Hakim actuó como el patrón del partido, y sus hijos, junto con miembros dedel clero, se encuentran entre los miembros fundadores.
Durante el mismo periodo, Hakim difundió una fatwa que prohibía el asesinato de los kurdos. De acuerdo a mi propia investigación, incluyendo entrevistas con clérigos chiíes y miembros de las fuerzas armadas iraquíes, los soldados chiíes obedecían la fatwafallando intencionalmente sus disparos contra objetivos kurdos, socavando, de esta forma, al gobierno iraquí, el cual había dado la orden de eliminar el movimiento kurdo. Ese clero también desafío al partido Baath cuando llego al poder en 1968.
El régimen Baath quería suprimir la influencia de los establecimientos religiosos pero falló a causa de la capacidad de estos de funcionar autónomamente del Estado. Esta estructura disfruta de una independencia financiera (los altos clérigos reciben donaciones, conocidas como Khums, de sus seguidoreslocales y extranjeros) y pueden generar muchos millones de dólares para financiar sus actividades. Los establecimientos religiosos chiíes también presiden una gama de instituciones religiosas, educativas y culturales, las cuales le permiten expandir su base social y movilizar su vasto número de personas para propósitos sociales.
Después de reprimir colectivamente la comunidad chií a fines de los '60 y principios de los '70, y a pesar de desmantelar las redes de oposición chií, el régimen Baath de Saddam Hussein todavía estaba confrontado por los clérigos y sus seguidores que dirigían el masivo levantamiento de 1977 y de 1979 (éste provocado por la Revolución Iraní de aquel año). Durante la guerra contra Irán en los '80, el régimen, como muestran los archivos del partido Baath, trató de intimidar al Ayatollah Abu al Qasim al-Khoei, quien precedía a Sistani, para que redactara una fatwa que legitimara la guerra contra Irán. Pero no lo consiguió y, al final entorpeció los esfuerzos del régimen para movilizar la estructura chií hacia la guerra contra sus colegas religiosas persas.
Las primeras intervenciones de Sistani después de la invasión estadounidense de 2003 incluían presionar a los Estados Unidos y los oficiales iraquís para asegurar que una asamblea electa escribiese la nueva Constitución del país, contrario a los deseos de USA y otros, quienes buscaban un proceso a puertas cerradas. Sistani también convocó a las facciones en guerra chií en 2005 para asegurarse que impugnaran las elecciones parlamentarias como un bloque unificado y calmaran sus peleas internas para impedir una resiliente insurgencia de los islámicos suníes integrados tanto por baathistas como por al Qaeda. El bloque chií ganó las elecciones y previno la resurrección bathista.
En 2006, Sistani ayudó a contener, aunque no del todo, una nueva oleada de violencia sectaria en Irak que explotó después de que al-Qaeda en Iraq bombardeara el santuario al-Áscari, una mezquita sagrada chií en la ciudad dominada por suníes, Samarra. Sistani jugó un rol importante al reducir el nivel de matanza llamando a la unidad y la moderación. Él generalmente presionaba a USA y Bagdad para terminar el conflicto. Esto no impidió que Iraq se metiera en una guerra civil, pero las intervenciones de Sistani ciertamente ayudaron a contener a las milicias chiíes respaldadas por el Estado y las previno de cometer un genocidio contra la población suní de Iraq. Las cosas hubieran sido mucho peor con su ausencia y sin sus esfuerzos de terminar el conflicto.
Más recientemente, en junio del 2014, Sistani promulgó una fatwa llamando a todos los “hombres capaces de defender su país” después de que el ejército iraquí colapsara e ISIS capturase Mosul junto con otras ciudades y pueblos iraquíes. Una fuerza de 100.000 guerreros chiíes (y un limitado número de suníes) se aliaron para formar lo que hoy se conoce como Hashd al-Shaabi (la fuerza de movilización popular, cuyas siglas son PMF), que ayudó a frenar a ISIS que ambicionaba expandirse en Iraq.
Sistani ha respaldado las demostraciones populares que ocurrieron durante los últimos años y previamente ha avalado el programa de reforma del 1er. ministro Abadi. Peroél ha terminado con su compromiso activo con la campaña de reformas a causa de la frustración que le provoca el gobierno en Bagdad. Sistani también ha demostrado su descontento con la Administración por detener sus sermones políticos semanales. Esto no presagia nada bueno para el futuro de Iraq. En su ausencia (N. de la R.: tiene problemas de salud que hasta le provocaron viajar al exterior), figuras divisoras como al-Sadr y el controversial y autoritario ex1er. ministro de Iraq, Nauri al- Maliki, ocuparon espacios, así como también los grupos militanteschiíes como Asaib al Haq y la brigada Bard, quienes han utilizado la fatwa de Sistani para establecer un mandato a favor de ellos mismos en esta confusa guerra contra el ISIS.
Pero esto no significa que Sistani se halla rendido. Él todavía puede revertir su decisión y, dadas las cosas, seguiría siendo el único actor capaz de salvar el país. Sistani tiene la capacidad y sabe cómo hacerlo. Él ha precedido y sostenido instituciones de cientos de años que actualmente son los actores de la sociedad civil más efectivos e influyentes de Iraq. Contrario a lo creen algunos, los actores de la sociedad civil como Sistani y los establecimientos religiosos chiíes, los cuales están bien organizados y equipados con suficientes recursos y legitimidad, pueden ayudar a mejorar el comportamiento de los actores no estatales armados y relegarlos a la marginalidad.
Sistani tiene una vasta red religiosa y social que le permite al gobierno local proveer servicios, y apoyar otros programas públicos como escuelas, hospitales y librerías. Utilizada en una forma apropiada, estas redes pueden ayudar a liderar el camino para establecer una sociedad civil más fuerte, en compañía de otras organizaciones civiles. Colectivamente, estas pueden estimular las bases de políticas y buenas iniciativas para desplazar a las milicias, y a quienes las patrocinan y fortalecer a los moderados que tienen la visión e ideas para reformar a Iraq.
N. de la R.: Pero Sistani nació en 1930. Y no es eterno.