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La Gran Grieta que inventaron Belocopitt & Amigos

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La medicina privada en Argentina funciona en la práctica como un seguro de salud y tiene cautiva, directa o indirectamente, a más del 50% de la población.

A partir del nuevo aumento del 6% que rige en las coberturas médicas privadas desde el 01/07, las empresas de medicina prepaga van camino de cerrar el año con un reajuste total del 30% en la cuota respecto de 2016: por encima de la inflación prevista y de la mayoría de los convenios laborales firmados por los principales gremios.

El superintendente de Servicios de Salud, Luis Scervino, justificó los incrementos en las cuotas de la medicina prepaga autorizados por el Gobierno, afirmando que "la salud se encareció acá y en el mundo", por lo que no descartó nuevos aumentos en lo que queda del año en línea con el reclamo de las empresas.

"El que quiere pagarse un plan alto para después internarse en una habitación de 80 m2, ¿quién quiere que se lo pague? ¿El pobre? ¿El que va a un hospital público? Tiene que pagar lo que consume. Y lo que consume está aumentando en la Argentina y en el mundo", afirmó el funcionario.

Aclaró asimismo que los incrementos registrados en las distintas prepagas desde que asumió el gobierno del presidente Mauricio Macri"están acompasados por la inflación", pese a que "en la Argentina y en el resto del mundo, el aumento del gasto médico está entre un 25% y 30% por encima de la inflación".

A partir de este mes, un afiliado adulto debe pagar como mínimo $ 1.390 para tener la cobertura básica. Es un valor que sirve como referencia sobre todo en el interior, donde las clínicas privadas funcionan como una dependencia de los hospitales y salitas de emergencia, prácticamente con los mismos médicos, que las utilizan como consultorio externo privado.

Los valores de los planes van subiendo cuanto más prestaciones y centros de atención incluyen, si se realizan copagos y si la afiliación es particular o se trata de una derivación de aportes por un trabajo bajo dependencia.

Más del 80% de los afiliados de obras sociales se atienden en sanatorios y clínicas pertenecientes a las empresas prepagas, al derivarles parte de los aportes para que se hagan cargo de la cobertura.

El Cronista Comercial acudió a los registros de ElegiMejor.com, la plataforma que permite comparar los valores de los planes de las compañías de medicina privada vigentes en el mercado, y extrajo que el plan más completo, y costoso es el de OSDE 510, que para un adulto de 40 años que se afilie de forma particular, asciende a $ 19.524. Si es a través de su empleador, sería de $ 17.669.

En el otro extremo, la prestación más económica la ofrece Accor, para su plan 110, que cuesta $ 1.390 (tanto particular como bajo dependencia). En esa compañía, una cobertura con más prestaciones (como sesiones de flebología, cirugía refractiva, entre otras) y más centros de salud donde atenderse cuesta $ 741 más, o sea se va a $ 2.131.

De modo que entre la más cara y la más barata, el cráter (más que la grieta) sería de casi 1.000 veces, lo cual más que ser un tema de costos dispara muchas dudas en cuanto a las consecuencias que puede tener la praxis diferencial del servicio de la salud.

Sin embargo, Fabien Barralon, CEO de ElegiMejor.com, llama a tener en cuenta que las empresas de medicina prepaga ofrecen planes especiales para determinados perfiles de afiliados y lanzan promociones para distintos públicos a los que se dirigen.

Por ejemplo, Omint está apuntando a un público joven con descuentos importantes de 15% a 20% en la cuota mensual los 6 primeros meses con más prestaciones y sanatorios disponibles.

Indica que, con esos beneficios, y si el afiliado cumple con los requisitos, el plan Genesis 1500 puede estar todavía por debajo del básico de cualquier otra empresa.

En la franja intermedia (entre $ 4.000 y $ 5.000) de costos de las cuotas para un adulto joven y sano, se encuentran los estándares de Swiss Medical (el SMG 020) y de Galeno (el 220). La prestación común que más encarece los planes de menores valores es la cobertura odontológica: tener reintegros por prótesis hace subir la cuota más de $ 1.000 mensuales.

La medicina privada en Argentina funciona en la práctica como un seguro de salud y tiene cautiva, directa o indirectamente, a más del 50% de la población, ya que las obras sociales en general les derivan la atención de más de 4,5 millones de afiliados a las clínicas y sanatorios privados, así como de los laboratorios de análisis y atención de especialistas.

El 30%, coincidente en términos generales con la línea de pobreza, está a merced de las carencias irresueltas del hospital público.

El presidente de Swiss Medical y ahora accionista de América TV, Claudio Belocopitt, aprovechó el espacio de prensa que acaba de comprar y expuso el speach que viene repitiendo desde hace años como empresario de salud en una entrevista mano a mano con Alejandro Fantino, en el programa Animales Sueltos: que el sistema médico está a punto de colapsar. Lo representó como “un tren bala apuntado contra una montaña”.

Claudio Belocopitt.

Claro que, mientras que supuestamente espera la colisión, amasó durante 2016 en conjunto una facturación estimada en los $ 100 mil millones y se consolidó una concentración del sector en pocos grupos empresarios, que inclusive para ampliar su poder de fuego incorporan medios de difusión, como es el caso de Belocopitt, que le compró las acciones a Francisco de Narváez en el canal que gestionan a pérdida la sociedad Vila-Manzano, o del quilmeño Julio Fraomeni, dueño de Galeno, de quien se dice que habría acordado con De Narváez quedarse con su participación en El Cronista Comercial.

Las prepagas apuntan los cañones a la cobertura del plan médico obligatorio que les fija la ley, que es sobre el que calculan las cuotas. Se quejan de que, a falta de regulaciones estatales firmes, los legisladores agregan a ese “mínimo común múltiplo” del negocio, el PMO, nuevas prácticas como by pass gástrico, fertilización asistida, etc. que afectan su cuadro de costos.

Belocopitt comparó al sistema de la salud con un avión que, bajo el común denominador del derecho a la salud, divide sus asientos en primera, business y turista, según la capacidad económica de cada uno. El conflicto con el Estado estriba en determinar quién se hace cargo de solventar los avances de la tecnología para que todo el vuelo tenga la misma posibilidad de acceso, ya que el fin último del viaje es “vivir más y mejor”.

Descalifica a los políticos para discutir de estos temas, ya que asegura que “no conocen ni por foto los hospitales”.

En la entrevista se mencionó el caso de un nuevo tratamiento para la atrofia muscular espinal, en el que cada inyección de Spinraza cuesta US$ 125 y, como son 5 aplicaciones, la factura asciende a US$ 750 y US$ 1.000. El paciente queda atrapado entre las limitaciones presupuestarias de las cajas públicas (hospitales, PAMI) y la resistencia de las empresas privadas de medicina a absorber los costos diferenciales. Mientras lo discuten, probablemente el pasajero afectado se caiga del avión y ya no continúe con el resto a destino, siguiendo la metáfora del empresario de la salud y ahora de medios.

El titular de la prepaga líder en el mercado privado de la salud, que ocupa a más de 12.000 empleados, es un reputado especialista en administrar recursos financieros en áreas de riesgo y, si bien su desembarcó en el A24 del deficitario grupo América fue vendido como un intento de generar un debate que “salve al sistema”, el servicio de maquillaje del canal no le pudo borrar del todo las huellas de la pintura de guerra que lo enfrenta con la número uno en facturación del sector, con más de 2 millones de afiliados, Osde, conflagración de la cual no es ajeno el vicejefe de Gabinete, con pasado reciente en Farmacity y cofrade suyo, Mario Quintana.

Dicen que ambos coincidían en el propósito de lograr que el presidente Mauricio Macri interviniera por decreto a Osde, ante la multimillonaria deuda acumulada con el Estado durante más de 2 décadas que, según la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS), ascendía a $ 11.948 millones (aunque siempre previsionada en balance por la obra social empresarial).

En una reunión con el equipo del Ministerio de Salud se lo habían solicitado, Macri pidió un borrador que nunca le llegó al escritorio.

En el camino, a la presión que se le imprimió desde la mesa chica que funciona en la Jefatura de Gabinete, se contrapuso la compleja red de conexiones políticas, empresariales, sindicales, sanitarias y sociales que tejieron durante años Juan Carlos Palacios y Tomás Sánchez de Bustamante para Osde.

El administrador fiscal, Alberto Abad, se ocupó personalmente de la liquidación de las cuentas de la obra social.

Haber perdido el round de la intervención no amilana a los interesados en esmerilar el poder de Osde y ahí se podría encontrar una explicación de por qué tan rápido quien le compró las acciones de América TV a Francisco de Narváez aprovechó esa condición patronal para que le hicieran chivos, como nunca había hecho su antecesor.

Pero la cuestión de fondo sigue sin resolverse. El reclamo de Swiss Medical es que su competidora, que por ser en los papeles una obra social, está exenta de pagar diversos tributos que sí les tocan a las empresas comerciales de medicina prepaga. Osde responde que sigue siendo una organización sin fines de lucro, a diferencia de Swiss Medical, Galeno, Medicus y el resto.

Otro nudo a resolver es que en la década de los '90 se había habilitado a las obras sociales a incorporar afiliados “adherentes”, por fuera de los que las elegían de forma obligatoria por sus trabajos. Y por cada uno que ingresara, las obras sociales de personal de dirección debían pagar un 15% al Estado (hasta 2011 cuando se cambió la ley) a fin de aplicarlo a un Fondo Solidario de Redistribución, que se reparte entre todas las obras sociales.

Quintana y Belocopitt intentarán ir ahora por la conquista mediática de ese espacio.

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El aumento del 6% que autorizó el gobierno a partir de julio para la cobertura básica de la medicina prepaga llevó la cuota del plan más económico a $ 1.400 por adulto contra $19.000 que cotiza el más caro. Hay un abismo del 1.300% entre lo que cuesta una y otra prestación, que dificulta identificar qué consecuencias asume cada afiliado cuando atiende su salud en los numerosos rangos de precios que se intercalan entre ambos extremos. El lujo de la hotelería en las internaciones podría explicar una parte de esas diferencias, las prioridades de los turnos, tal vez otra, pero la permanente inversión de las grandes firmas privadas del sector en innovaciones tecnológicas, que es difícil de saber si responden a un verdadero avance de la ciencia en los tratamientos y diagnósticos, o si se trata de trucos de marketing para hacer de cuenta que lo son, constituyen un motor de inflación que se refleja en los costos y, por ende, en las planillas que las prepagas privadas que concentran la facturación presentan al organismo regulador para que les autoricen a aumentar las cuotas. Este año obtendrán un 30%, varios puntos por encima de cualquier hipótesis de crecimiento del Índice de Precios al Consumidor.
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MEDICINA PREPAGA DIFERENCIAL
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