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A los 80, Francisco acelera el cambio

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Europa sigue estando sobre-representada en el Colegio Cardenalicio, y América latina sigue sub-representada pese a Francisco.

Cada año, el mensaje navideño del papa Francisco a la curia católica apostólica romana suele ser muy esperado porque es la oportunidad para el pontífice de trazar un balance e indicar el rumbo.

En 2014, Jorge Mario Bergoglio les habló de las “enfermedades de la Curia”.

En 2015, de las virtudes necesarias para los eclesiásticos.

En 2016, él eligió por presentar una serie de criterios sobre la reforma interna, un frente aún abierto.

Estos mensajes forman ya una trilogía.

El periodista especializado en temas vaticanos, Andrés Beltramo Álvarez, afirmó en Vatican Insider (diario La Stampa): "(...) "La reforma de la Curia romana “no es maquillaje”. No se trata de una cirugía plástica “lifting” para esconder las arrugas. Porque en la Iglesia no se deben temer las arrugas, sino “las manchas”.

Francisco explicó que la reforma busca hacer a la Curia más “conforme a los signos de nuestro tiempo, para salir al encuentro de las necesidades de los hombres y mujeres que estamos llamados a servir” y más “conforme a su fin”, (...) y “sostener al romano pontífice en el ejercicio de su potestad singular, ordinaria, plena, suprema, inmediata y universal”. Entre las numerosas notas al pie de página, más de una reforzó este último pasaje, dejando en claro que la Curia existe como ayuda del Papa y no por otra cosa. (...)".

Él enumeró una lista de 12 criterios que deben guiar la reforma:

> la individualidad,
> la pastoralidad,
> la “conversión personal”,
> una “espiritualidad de servicio común”,
> la misionariedad,
> la racionalidad,
> la funcionalidad,
> la modernidad,
> la sobriedad,
> la subsidiariedad,
> la sinodalidad,
> más catolicidad.

Pregunta 1:¿Conseguirá Francisco, de 80 años, ejecutar todas las reformas que ambiciona?

Pregunta 2: ¿Conseguirá Francisco que las reformas le sobrevivan?

Francisco "deseuropeizó" el Colegio Cardenalicio y piensa en la sucesión

"A menos que su mandato sea corto, un pontífice católico romano nombrará a la mayoría de los hombres que eligen a su sucesor. Pero las incorporaciones del Papa Francisco al Colegio Cardenalicio desde su elección 2013 han también servido a otro propósito - inclinar la estructura de liderazgo de la Iglesía Católica Romana desde su histórica base europa hacia el sur global. Solamente 3 de los 12 miembros votantes de los más nuevos cardenales designados (aquellos menores de 80 años), que serán elevados a sus posiciones el 19 de noviembre son de Europa", escribió Jeff Diamant, en el portal del Centro de Investigaciones Pew, en ocasión de las últimas designaciones hechas por Francisco el mes pasado.

"Otros 3 vienen de países en América Latina (Brasil, México y Venezuela), 3 de América del Norte (Estados Unidos), 2 del África sub-sahariana (República Central Africana y Mauritius) y 2 de la región Asia-Pacífico (Bangladesh y Papúa Nueva Guinea). En total habrá 121 miembros votantes en el Colegio Cardenalicio, que selecciona al nueva papa cuando la vacante ocurra. En 2013, el cuerpo que eligió a Francisco era 52% europeo, pero ahora, tras 3 rondas de selecciones de Francisco, solo el 45% de los cardenales electores son de Europa", explicó Jeff Diamant.

Sin embargo, teniendo en cuenta cómo están repartidos los católicos en el mundo, Europa sigue estando sobre-representada en el Colegio Cardenalicio en lo que refiere a los miembros menores de 80 años -los que elegirán al próximo Papa-: en 2010, el 24% de la población católica global era de Europa.

El continente menos representado en el liderazgo de la Iglesia (aun con las nuevas elecciones de Francisco) sigue siendo América Latina, que tenía en 2010 el 39% de la población católica mundial y tiene el 17% de sus cardenales.

De los 44 cardenales electores que Francisco ha nombrado durante su papado, el 32% han sido de Europa, el 25% de América Latina y el 20% de la región Asía-Pacífico, 14% de África sub-sahariana y el 9% de América del Norte, explica Diamant.

Según le dijo un monseñor anónimo al diario español El País, “hay que tener claro que el proyecto del papa Francisco no se limita a su papado. Mira lejos. Tiene 80 años y corren por Roma chismorreos sobre su estado de salud. Francisco sabe que las reformas en la Iglesia son lentas (aquí la unidad de medida de tiempo es el siglo) y no se resigna a que cuando desaparezca se produzca una involución, como pasó con el frenazo de Juan Pablo II al Concilio Vaticano II. El escenario en que se mueve Francisco es el de su sucesión."

Continuó el monseñor anónimo:“Francisco necesita un colegio cardenalicio que comparta su visión reformista. Está deshaciendo los nudos del Vaticano. Lo que está provocando una reacción furibunda entre los más conservadores. Algunos ya hablan de polarización, y los más alarmistas, de guerra civil.”

En el centro de la controversia, la Amoris laetita

Según Leandro Dario, del bisemanario Diario Perfil, Francisco quiere que las marcas de su legado sean:

> la descentralización de la toma de decisiones de la Iglesia Católica;
> ir hacia las periferias, atendiendo a los pobres, migrantes y excluidos; y
> una pastoral próxima a los fieles.

Mientras tanto, en una clara señal de la fractura que existe en la Iglesia con respecto al cambio de dirección tomado por Francisco, 4 cardenales enviaron una carta pública al Papa expresando preocupación por sus enseñanzas y acusándolo de querer causar confusión en asuntos clave para la doctrina católica.

Se referían específicamente a la Amoris Laetita. La misiva fue firmada por 3 cardenales retirados o eméritos -los alemanes Walter Brandmüller y Joachim Meisner, y el italiano Carlo Caffarra- más el estadounidense Raymond Leo Burke, el único en funciones aunque degradado en 2014 de un alto cargo en la Signatura apostólica y crítico asiduo del actual Papa, explica Valeria Perasso, de la BBC.

Ellos afirman que eligieron difundirla después de esperar 2 meses por una respuesta del Pontífice que nunca llegó.

"Pero detrás del comunicado se vislumbra una confrontación mayor entre facciones del catolicismo que ya se había esbozado al momento de la publicación de Amoris laetitia, en abril de este año. Este tratado, de 260 páginas, es una guía de la vida en familia que propone una aceptación por parte de la Iglesia de algunas realidades de la vida moderna. En él se pide una mirada compasiva, en lugar de crítica, de las 'familias heridas' o divididas, y se exhorta a los sacerdotes a tratar con compasión, por ejemplo, a los católicos divorciados y vueltos a casar, alegando que 'nadie puede ser condenado para siempre'", explica Perasso.

"Sin embargo, grupos de teólogos y obispos reclamaron entonces que la Amoris laetitia estaba plagada de imprecisiones que daban lugar a interpretaciones contradictorias de la doctrina", agregó.

El capítulo más polémico del tratado es el 8, que habla de la posibilidad de que los divorciados que vuelven a contraer matrimonio civil -sin haber conseguido la anulación de su unión religiosa-, puedan recibir la comunión. Esto no lo ha permitido la Iglesia por siglos.

Si bien el documento papal no cambia la doctrina, abre las puertas a que los obispos de cada país la interpreten de acuerdo a la cultura local y contemplen cada caso particular. La carta de los cardenales interroga al Papa sobre esta cuestión.

"Lo hace mediante dubias, preguntas teológicas que requieren una respuesta negativa o positiva, sin más, y que son un mecanismo para resolver dilemas referidos a los sacramentos o a normas morales absolutas", explica Perasso.

"La primera dubia cuestiona si, contra lo que habían establecido Papas anteriores, 'ahora es posible absolver' o 'dar la santa comunión a una persona que, aunque atado por un vínculo matrimonial, vive con otra persona como marido y mujer', lo que contradice expresamente una encíclica de 1981 del Papa Juan Pablo II", agregó.

3 de los peores rivales de Francisco están en su ejecutivo

La carta no es la primera interpelación al líder del catolicismo: en julio, 45 teólogos y eclesiásticos firmaron otra misiva, dirigida al Colegio Cardenalicio, en el que pedían clarificaciones a Francisco. Según el vaticanista Mario Politi le dijo a la agencia estatal francesa AFP, los ultraconservadores intentan desacreditar al Papa.

“El objetivo no es dar un golpe de Estado, sino de hipotecar la sucesión. Es como el Tea Party estadounidense, que ha pasado años saboteando la autoridad de (Barack) Obama, y ello ha tenido un efecto en la elección de Trump”, explicó Politi.

"Una veintena de cardenales (muchos de ellos sin derecho a voto) y decenas de obispos (en torno a 15 en España, de un total de 80, aunque sin un líder claro tras la forzada jubilación del cardenal Rouco, que aspiraba a seguir dos años más al frente de Madrid) no paran de escribir textos e impartir conferencias criticando sin sordina sus posturas. Y hay algo aún más grave: 3 de sus rivales más enconados, el cardenal alemán Gerhard Müller (hijo predilecto de Ratzinger), el guineano Robert Sarah (muy apreciado por el Opus Dei) y el estadounidense Raymond Burke (el más combativo), forman parte de su entorno inmediato. Incluso de su ejecutivo. Y, al tiempo, viajan por todo el planeta (en España han sido invitados por los Legionarios de Cristo a su Universidad Francisco de Vitoria, y por los grupos provida) poniendo en solfa las decisiones del sucesor de san Pedro", escribió Jesús Rodríguez en El País.

"¿Por qué no los fulmina, si es el último monarca feudal? Según José Beltrán, director de la revista Vida Nueva, 'Francisco no va a hacer nada que moleste a Benedicto XVI. No quiere tenerle en contra. Y a esos cardenales los nombró Benedicto'. Para un monseñor afincado en Roma, 'mientras Ratzinger viva, Francisco le va a mimar. Y se va a tragar las críticas de esos cardenales. Es al primero al que enseña sus escritos e informa de sus decisiones. Los dos viven en el Vaticano. Bergoglio en la Casa Santa Marta y Ratzinger en el monasterio Mater Ecclesiae. Francisco le consulta todo. No tiene más remedio. Sería mortal que Benedicto capitaneara una rebelión. Habría un cisma”, explica Rodríguez.

Moral blanco-negro versus moral en grados

Para los sectores más conservadores de la Iglesia, el Papa tiende a relajar las normas morales, lo que debilitará el fundamento de la Igelsia. Es interesante notar que de los 4 firmantes de la última misiva que cuestiona la Amoris Laetita, 2 son alemanes y 1 es estadounidense: ambos países han tenido y tienen una fuerte impronta del protestantismo (aunque, por supuesto, las críticas de los sectores conservadores de la Iglesia Católica al papa Francisco no provienen únicamente de estos países). Según el sacerdote estadounidense Matthew Schneider, mucho de lo dicho y hecho por el Papa ha caído mal a figuras católicas de su país, a causa de las diferencias culturales entre USA y Latinoamérica. La América blanca tiene adeptos entre los clérigos estadounidenses, aparentemente.

"Muchas veces, el Papa Francisco, ha dicho cosas que realmente han shockeado a una cantidad de católicos norteamericanos. Sin embargo si ponemos los comentarios en el contexto del catolicismo en otros países, a menudo estarás en shock por la situación en esos países, no por el papa. El papa Francisco es argentino y, a excepción de unos pocos años de estudio en Europa, ha pasado su vida entera en la Iglesia de América Latina. En muchos aspectos, la Iglesia en América Latina está en una posición muy diferente que la Iglesia norteamericana, tanto internamente como en la que respecta a perspectivas culturales de cada región", explica Schneider en el portal Crux Now.

Schneider explica que la cultura estadounidense fue fundada como una cultura protestante, mientra que la latinoamericana tiene una mezcla de catolicismo y cultura indígena en sus raíces.

"Una cultura protestante hace que trabajemos fuerte pero tiende a enfatizar una visión de la moralidad blanco/negro. La cultura católica tiende a mirar la moralidad en gradación. Mientras que la cultura protestante va por ahí condenando lo inmoral, una cultura católica va por ahí intentando encontrar un punto de partida con ellos (N de la R: los fieles) para que se muevan hacia la moralidad. El protestantismo separó la elección de Jesús de una elección moral, sin embargo el catolicismo las mantuvo juntas, y una cultura católica se da cuenta de que necesita en general poner la elección de Jesús primero para que la gente se motive hacia la moralidad", escribió Schneider.

Entre algunas de las diferentes realidades que enfrentan la Iglesia en USA y la Iglesia en América Latina, Schneider destaca:"Un ejemplo reciente me viene a la mente en el que varios comentadores estadounidenses en los que generalmente confío no podían entender el comentario del papa Francisco sobre los sacerdotes negandole el bautismo a las madres no casadas. Escribían líneas como 'Nunca he conocido a un sacerdote que le negaría a un niño el bautismo basándose sólo en eso.' Les creo, ya que no he conocido un sacedorte así en Estados Unidos tampoco. Sin emargo, hablando con aquellos de Latinoamérica, esta parece ser una práctica demasiado común en ciertas áreas. Desafortunadamente, los sacerdotes ahí toman el canon 868, que requiere 'una esperanza fundamentada de que el niño será criado en la religión católica', y asumen que esto solo puede pasar en las parejas casadas."

Según el Dr. Samuel Gregg, "en el centro de la ahora famosa dubia enviada al papa Francisco por los 4 cardenales está la cuestión de los absolutos morales", según escribió en un artículo del portal Catholic World Report."Con 'absolutos moralos', el catolicismo no se refiere a vagas generalizaciones tales como 'no ofendas a otros' o aun afirmaciones más específicas tales como 'no robes innecesariamente'. En cambio, la Iglesia tiene algo muy particular en mente: hay actos intrínsecamente malos que no admiten excepción alguna."

Para Gregg, "si intentamos relativizar esas normas negativas que prohiben de manera absoluta, la puerta se abre rápidamente al barbarismo."

La resistencia a la globalización: la estrategia de Benedicto XVI que fracasó

Para entender la eleccion de Francisco como Papa en 2013, hay que considerar la situación del catolicismo en América Latina.

"El Papa Francisco ha hecho valientes advertencias con respecto al cambio climático y la desigualdad de ingresos. Ha ayudado a mediar un descongelamiento histórico entre Estados Unidos y Cuba. Ha sacudido a la rama pesada de la Iglesia Católica Romana. Pero más allá de sus incursiones en política internacional y su habilidad en renovación de imagen, Francisco enfrenta otro desafío: llevar a los feligreses a los bancos de las Iglesias, especialmente en América Latina", escribió William Neuman, del diario The New York Times.

Francisco, el 1er. Papa latinoamericano de la historia, fue visto por muchos como la figura ideal capaz de revitalizar el atractivo de la Iglesia católica en las bases más pobres del mundo subdesarrollado. Su elección, según Neuman, representa lo vital que es el mundo subdesarrollado para el futuro de la Iglesia y la necesidad de revertir su erosión en América Latina, región adonde el catolicismo ha sufrido un declive por el ascenso del secularismo y la competencia con otras ramas del cristianismo.

Entre América Latina y el Caribe existen 425 millones de católicos. A principios de los '70, más del 90% de los latinoamericanos eran católicos; el número comenzó a caer al mismo tiempo que comenzaron a crecer las Iglesias protestantes. En una encuesta del Centro de Investigaciones Pew, publicada en noviembre de 2014, el 69% de los adultos en América Latina se identificaban como católicos.

Hoy, los católicos son minoría en Uruguay y Honduras, y están por debajo del 50% en otros países. Daniel H. Levine, de la publicación Americas Quarterly, explica que a pesar de que la Iglesia Católica es la más grande a nivel global, el catolicismo viene perdiendo su monopolio en América Latina durante el último medio siglo, debido en partes al crecimiento del protestantismo -en especial, de las iglesias pentecostales-.

Según el Annuarium Statisicum Ecclesiae -el libro estadístico anual de la Iglesia Católica- y la Base de Datos Cristiana Mundial, entre 1910 y 2010 el número total de los católicos de la región creció un 700%, mientras que en el mismo período, el número total de cristianos no-católicos, creció un 5.500%. Los que se conocen como "doble afiliación" -católicos bautizados que atienden a otras iglesias- crecieron un 17.000%: "La elección del papa Francisco ha despertado esperanzas de un renacimiento de la Iglesia Católica en el mundo moderno. En su primer año como Papa, él ha proyectado un estilo público abierto y nuevo, y entendió cuestiones centrales para la Iglesia en América Latina, incluyendo la pobreza, la justicia social y los derechos humanos."

También ha tomado posturas arriesgadas en temas controversiales, como por ejemplo ha dicho que la Iglesia Católica no debería interferir con las vidad espirituales de lesbianas y gays, y preguntó al respecto: "¿Quién soy yo para juzgarlos?", en referencia a los homosexuales que desean buscar a Dios.

Francisco "es un gran reformador que intenta sacar a la Iglesia de su obsesión histórica sobre los tabúes sexuales", explicó el vaticanista Mario Politi a AFP.

Según Levine, de Americas Quarterly, los 2 antecesores del Papa enfatizaban sobre la necesidad de reconstruir la unidad de la iglesia y la disciplina, así como invirtieron grandes esfuerzos a resistir a que los efectos de la gobalización alcanzaran a la cultura católica. Su foco era reforzar la disciplina de la Iglesia Católica, resistir a la cultura del "relativismo y la muerte", y reconquistar Europa.

"La estrategia fracasó. Los esfuerzos por incluir a los grupos de católicos disidentes no fue exitosa, los números continuaron cayendo, y la sucesión de filtraciones y escándalos en el Vaticano continuó a ritmo", explica Levine.

Luego llegó Francisco, con un enfoque totalmente distinto, que recién podrá ser juzgado con más elementos cuando hayan pasado 50 o 100 años de su papado, para analizarlo con perspectiva. La posibilidad de que el Vaticano continúe con su legado de cambios o no, es algo que descansará sobre los hombros de quien, cuando llegue el día, lo suceda. Por eso es tan importante que, a los 80 años, Francisco tenga en claro qué viene después de él.

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¿Son el bien y el mal cuestiones absolutas o es una cuestión de grados? ¿Debe la Iglesia Católica Apostólica Romana adaptar su doctrina a los tiempos que corren o debe mantenerse intacta? Estas son algunas de las preguntas que corren por detrás de la fractura que se ha abierto en la Iglesia a partir de algunos dichos y hechos producidos por Francisco desde que asumiera como Papa en marzo de 2013. El sábado pasado, Jorge Bergoglio cumplió 80 años y en ocasión de su aniversario, repasamos el enfoque radicalmente distinto que ha dado el papa Francisco a ciertas cuestiones y las controversias que han suscitado algunos de sus dichos y hechos, en lo más reciente su exhortación apostólica Amoris laetita ("La alegría del amor" en latín), que propone una aceptación por parte de la Iglesia de algunas realidades de la vida familiar en 2016, entre ellas la posibilidad de que los divorciados vueltos a casar puedan acceder a la comunión, así como las personas que viven bajo unión de hecho. Amoris laetita refleja los principios del papado de Francisco, según el diario Clarín: "menos rigidez ante la doctrina y disponibilidad para escuchar." Mientras que algunos sectores celebran este giro, así como el énfasis en la justicia social y la designación de cardenales africanos, asiáticos y americanos -en contraste con el tradicional euro-centrismo del Colegio Cardenalicio-, los sectores más conservadores dentro de la Iglesia no están igual de contentos. Lo que algunos ven como una flexibilización necesaria para la supervivencia en un mundo que cambia a un ritmo vertiginoso (recordemos que la Iglesia viene perdiendo fieles, especialmente en América Latina -una de las claves que explican la elección de Francisco como papa-), otros consideran que es un alejamiento demasiado profundo de la doctrina católica, y reclaman la conservación de los valores morales absolutos de la Iglesia. "Francisco ha tomado la conducción del proceso de elección de nuevos cardenales de manera que, a través de ellos, que son pastores no convencionales y no provienen de las diócesis italianas y europeas tradicionales, modifica el futuro de su sucesor", dijo José María Poirier, director de la revista Criterio, al diario Perfil. Hasta el momento, el papa argentino ha designado a 44 cardenales de los 121 que integran el cuerpo. Aún quedan 56 elegidos por Benedicto XVI y 21 por Juan Pablo II, quienes también jugarán un rol en la eventual sucesión. Pero los cardenales de Francisco ya suponen un tercio (para que un cardenal sea elegido papa necesita el voto de al menos dos tercios de sus pares). "En tres años, el papa Francisco ha revolucionado el Vaticano. Sin embargo, a sus 80 años, se le acaba el tiempo. El siguiente paso en su hoja de ruta es pensar en un sucesor que no dé marcha atrás a sus reformas cuando él desaparezca. Ya ha nombrado a 44 cardenales 'electores' cercanos a su línea de pensamiento", escribió Jesús Rodriguez en el diario español El País.
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A los 80, Francisco acelera el cambio
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