
En el mes del Mundial FIFA, Argentina no sólo juega sus chances futbolísticas en Moscú, sino que tendrá otras sedes de definiciones clasificatorias pero en materia de inserción económica: París desde pasado mañana con la OCDE, Washington con el FMI y a las 17:30 del jueves 20 en Nueva York con el MSCI.
A diferencia de la escuadra nacional de fútbol, no hay en el equipo de lujo de Mauricio Macri ningún Lionel Messi a quien prenderle una vela, y los éxitos dependerán más de la buena voluntad que se coseche en cada ámbito, que de los méritos que se aquilate en el papeleo de movimientos constantes y sonantes que prepara un laborioso coordinador, como Nicolás Dujovne, y el primus interpares de los tiburones que operan Wall Street, como el par de Finanzas, Luis Caputo.
El canciller Jorge Faurie, en cambio, será quien haga acto de presencia en la reunión que congrega el jueves que viene en la capital francesa a los representantes de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), bajo la presidencia del jefe de Estado anfitrión, Emmanuel Makron.
La expectativa de la Casa Rosada en torno de ese cónclave social parisino es que las demostraciones de simpatía que han estado profesando los 35 socios de la liga mayor de las relaciones económicas mundiales se traduzcan en una invitación formal a iniciar los trámites de ingreso al exclusivo club.
En momentos en que las papas queman por las deficitarias cuentas que atentan contra el balance cambiario y el gobierno tuvo que salir a buscar refinanciamiento de la abultada y concentrada deuda que condicionan la política interna, la oportunidad que se juega el país de ser aceptado para entrar en la OCDE no parecería interesar al candente amperímetro, un crítico de la praxis aplicada por la Administración Macri de 2 años y medio a esta parte, como el director general de la consultora DNI y titular del Capítulo Argentino de la ISPI (International Society for Performance Improvement), Marcelo Elizondo, le sube la puntería: “Representaría un cambio de paradigma en el flujo de inversión potencial para la Argentina”, puntualizó, ya que “concede indudable reputación a quienes son miembros”.
Sin pertenecer aún a la reputada organización mundial, el comercio con sus 36 países miembros ocupa el 35,9% del total de nuestras exportaciones y el 39% de las importaciones. Y en materia de inversión extranjera directa, un 83,5% proviene del selecto club, estamos hablando de US$76.150 millones, o sea que tocó 0,0033% del stock que se lleva emitido desde la OCDE a 2017, de US$22.9 billones, cuyos flujos han empezado a menguar en todo el planeta el año pasado.
En ambos ítem, el intercambio de bienes y servicios y la inversión genuina, es donde anidan dos de los principales problemas estructurales que tornan negativos los números nacionales y se reflejan en el signo menos 4,7% del PBI de la cuenta corriente del balance de pagos.
El otro, el fiscal, es el motor del rojo financiero del 6,1% del PBI, causante de los sofocones con Lebacs y corridas cambiarias de estos días.
Estos que en U24 veníamos llamando déficits trillizos y amasaron el año pasado un agujero de u$s 31.000 millones en la cuenta corriente precipitaron los pedidos de salvataje a la comunidad financiera internacional.
El intercambio comercial solo deparó una sangría de US$8.700 millones y el resto fueron intereses de la deuda con que se cubrieron los otros faltantes y el turismo de bagayeo a los limítrofes y Miami, que ya el economista Miguel Broda advirtió en la cartera de Hacienda que el Fondo no aceptará financiar.
Argentina viene en un sostenido retroceso en las exportaciones desde antes de 2011, que la ubica 4ta. en América Latina, ahora detrás de Chile también. Pero al mismo tiempo, la leve recuperación económica tuvo, en parte, que ver con el aumento del 19,7% que, en ese contexto desfavorable, tuvieron las importaciones.
Un gran aporte hizo también el atraso cambiario con que el gobierno apoyó el carry trade, o bicicleta financiera que enriqueció a pocos bolsillos en aras de un denominado gradualismo, que otros prefieren identificar, sin eufemismos, como campaña electoral.
Tomando la OCDE como marco de referencia para posicionar al comercio exterior argentino, Elizondo pone de relieve que, de los casi US$15 billones acumulados de exportaciones de todos sus miembros (bienes y servicios), un 28% incidiría en su PBI regional, en tanto que en Argentina apenas ronda 12%.
No es un dato menor el que surge del encuadramiento, ya que los países de la OCDE suponen el 71% del total de las exportaciones mundiales y un porcentaje similar generan las importaciones (US$14,8 billones).
De todos modos, el ingreso efectivo de Argentina a la organización no será automático ni guarda relación alguna con la necesidad perentoria de resultados a la que arribó la gestión económica el macrismo.
El orden de los factores...
Existe, por estos días, una alta dependencia a que:
-los fondos de inversión se avengan a estirar los vencimientos concentrados mes a mes de Lebacs, en una negociación que trae reminiscencias del megacanje de 2001,
- el MSCI (Morgan Stanley Capital International) conceda el cambio de calificación de los bonos de la deuda, pasando al país de fronterizo a emergente, y
-el Fondo Monetario Internacional otorgue el crédito stand by que permita reestructurar a mayor plazo y más bajo costo lo más cerca posible de un tercio de la deuda externa.
Precisamente, la gran duda que existe acerca de si este jueves se concretará en París el primer paso formal para que Argentina pueda pertenecer a la OCDE en el futuro es que se decida esperar que se despejen esas incógnitas y dejar para dentro de unos meses la invitación a iniciar los trámites.
Es que, de paso, tampoco está resuelto el voto a favor del país que acompaña en la dupla al nuestro, Bulgaria, habida cuenta de que las postulaciones se tratan de a pares. Hubiera sido menos engorroso, en ese aspecto, haber integrado la otra llave, en la que están como aspirantes Brasil, Croacia, Perú y Rumania.
El orden de agenda para la reinserción del país en el mundo prometida por Mauricio Macri en campaña arrancaría en consecuencia por el stand by que se firme con el FMI, una eventual recategorización de país fronterizo a emergente de parte de la calificadora MSCI, la onerosa reconciliación con los lobos de Wall Street, el cierre de la presidencia ad tempore del G-20 de fin de año y recién después la habilitación de la mesa de entradas de la OCDE.
A partir de ese momento, tomaría entre 4 y 5 años superar evaluaciones para ser aceptados como miembros y acceder a las oportunidades, ya que, según Elizondo, “la OCDE supone haber cumplido con requisitos que generan estándares que se vinculan con mejores prácticas político-institucionales, financieras y económicas”.
Precisa que “genera beneficios en términos de prestigio, mejor evaluación para inversores, asistencia técnica para mejorar políticas, cooperación, mejor acceso a vínculos internacionales y un mejor posicionamiento entre los países elegibles para actores del sector privado”.
Los países de la OCDE, en conjunto, suman el 62% del PBI mundial y aún formalmente afuera de la liga, Argentina ha recibido en 2017 el 57% del total de la IED que distribuyó por el mundo en el marco de una desaceleración global de esas colocaciones de capital de mediano y largo plazo que caracterizó al año.
El reporte de DNI explica que la OCDE es una organización intergubernamental fundada en 1961, que cuenta actualmente con 35 miembros (incluyendo la Comisión de la UE). Su objetivo y promover el bienestar económico y social entre quienes la integran.
México y Chile son hasta hoy los únicos miembros de Latinoamérica que tienen el carné, pero Colombia y Costa Rica están en pleno proceso de incorporación, en el primer caso muy adelantado y a punto de formalizarse.
Los activos son: Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Chile, Corea, Dinamarca, Eslovenia, España, Estados Unidos, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Islandia, Israel, Italia, Japón, Luxemburgo, México, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, República Eslovaca, Suecia, Suiza y Turquía. También la UE.
Argentina se encuentra dentro de los 12 países que, sin ser miembros, firmaron la implementación de las directrices de la OCDE, junto a Brasil, Colombia, Costa Rica, Egipto, Jordania, Letonia, Lituania, Marruecos, Perú, Rumania y Túnez. De ahí su posicionamiento como precandidata a la invitación para tramitar el ingreso.
En la brochure oficial, la OCDE se ofrece como un foro donde los gobiernos puedan trabajar conjuntamente para compartir experiencias y buscar soluciones a los problemas comunes.
“Trabajamos para entender qué es lo que conduce al cambio económico, social y ambiental. Medimos la productividad y los flujos globales del comercio e inversión. Analizamos y comparamos datos para realizar pronósticos de tendencias. Fijamos estándares internacionales dentro de un amplio rango de temas de políticas públicas”, reproduce DNI.