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Terrible genocidio alentado por Francia

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Imagen de una locura humana llamada Ruanda 1994.

El presidente de Ruanda, Paul Kagame, anunció por sorpresa el 2do. cambio en el Gabinete de Gobierno desde que asumió su 3er. mandato consecutivo, y nominó a Uzziel Ndagijimana como nuevo ministro de Finanzas, en reemplazo de Claver Gatete, informaron fuentes oficiales.

Líder desde 2013 de la estabilización económica de Ruanda, Gatete asumirá como ministro de Infraestructura, según detalló la Presidencia ruandesa.

La tasa de crecimiento económico de Ruanda es, en promedio, entre 5% y 6%, con un fuerte impulso a la sustitución de las importaciones.

Recientemente, el presidente de USA, Donald Trump, deslizó la posibilidad de eliminar beneficios arancelarios a las importaciones ruandesas ante la prohibición del país africano de importar indumentaria estadounidense de 2da mano.

Con Kagame, Ruanda comenzó a crecer, aumentó el turismo y el Índice de Desarrollo Humano, se redujo la tasa de pobreza de 57% a 45% y las tasas de mortalidad infantil se redujeron de 180 por 1.000 nacidos vivos en 2000 a 111 por 1.000 en 2009, y a seguido bajando.

Los nuevos cambios se anunciaron en la víspera de las conmemoraciones oficiales por el 24 aniversario del genocidio tutsi.

Ruanda fue, hace 24 años, el escenario de una terrible matanza, y surgió de una rivalidad entre tribus locales, que con un poco de presión occidental, se convirtió en una guerra mortal de razas.

Mátenlos a todos

Las secuelas son visibles aún en el país. Por ejemplo, cerca de 5.000 condenados por el genocidio de 1994 en los tribunales populares comunitarios conocidos como "Gacaca" -criticados por organismos internacionales por su incompetencia y parcialidad- han apelado en juzgados ordinarios entre 2013 y 2017 alegando que sufrieron un "juicio injusto", según el secretario general del Comité Nacional de la Lucha Contra el Genocidio (CNLG, en francés), Jean Damascène Bizimana.

Los "Gacaca", tribunales instalados en 2001 por la Comisión de Unidad Nacional y Reconciliación que institucionalizó el proceso de perdón y olvido, juzgaron hasta su cierre en 2012 a casi 2 millones de personas. Un total de 4.682 condenados han apelado.

Ruanda, historia del genocidio

El genocidio

El territorio ruandés estaba habitado por los pigmeos de origen twa, que se dedicaban a la caza. En el siglo XI, fueron dominados por los hutus, quienes, a su vez, fueron dominados por el pueblo tutsi, una tribu"superior" porque eran más altos y en su mayoría eran pastores, lo que resultaba 'políticamente correcto'.

Entre los años 1884 y 1885 ocurrió la Conferencia de Berlín (Alemania), que contó con la participación del Imperio Alemán como anfitrión, y 11 países más, entre los que se encontraban Reino Unido, Francia, Portugal, el Imperio Astro-Húngaro, España, Italia, Rusia, Dinamarca, Países Bajos, Bélgica y el Reino de Suecia y Noruega.

En la Conferencia se abordaron las continuas tensiones entre los estados europeos provocadas por el control de África, cuya solución pasaba por dividir el continente y darle a cada país una fracción ajustada a su poder e intereses en el continente. Fue una barbaridad geopolítica: la repartición “geométrica”, sin tener en cuenta límites naturales, etnias, religiones… sólo anticipaba catástrofes futuras.

Al Imperio alemán le fue adjudicada una zona conocida como África Oriental Alemana, que comprendía los actuales territorios de Ruanda, Burundi y la mayor parte de Tanzania. Este territorio fue administrado por los alemanes hasta la 1ra. Guerra Mundial, y luego del conflicto Bélgica tomó el control del territorio.

Ruanda y Burundi eran un Mandato tipo B, es decir que no eran considerados capaces de valerse por si mismos por su bajo nivel de desarrollo y problemas sociales internos. En el caso de Ruanda, el problema eran las tensiones entre hutus y tutsi, iniciadas en el siglo XVI, pero actualizadas durante el siglo XX.

Los hutus sufrieron el racismo por muchos años, juntando odio y deseo de venganza. Hasta 1950 los tutsi fueron los únicos que tuvieron derecho a la educación.

Lo más ilógico es que ambos compartes los lenguajes (Kinyarwanda, Kirundi, Francés) y son, en teoría, de mayoría católica apostólica romana.

A mediados de los '50, por iniciativa belga, nacieron varios partidos políticos que institucionalizaron las diferencias: la Unión Nacional Ruandesa (UNR), de tendencia anti-hutu; la Unión Democrática Ruandesa (RADER), el Partido del Movimiento de Emancipación Hutu (Parmehutu); y la Avocación para la Promoción Social de las Masas (Aprosoma), de orientación anti-tutsi.

Genocidio de Ruanda

En 1959 los hutus encontraron una oportunidad, y lograr su emancipación: la Revolución Ruandesa. Los hutus quemaron propiedades tutsis y asesinaron a varios de sus propietarios, obligando a más de 100.000 tutsis a buscar refugio en los países vecinos.

Luego, a lo largo de las presidencias de Dominique Mbonyumutwa (interino) y del 1er. presidente constitucional del país, el hutu Grégoire Kayibanda (1961 - 1973), Ruanda logró vivir en un clima de cierta prosperidad económica y social.

En 1973 el general Juvenal Habyarimana, también de la etnia hutu, tomó el poder en un golpe de Estado y en 1978 promulgó una nueva Constitución, pasando de Presidente de facto a constitucional, hasta el día de su asesinato, el 06/04/1994.

Habyarimana tenía un control absoluto. Dirigía al partido político hegemónico y era el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, lo que aseguró su reelección en 1983 y 1988.

En 1991, miles de ruandeses exiliados, opositores al régimen de Habyarimana, organizados en el Frente Patriótico Ruandés (FPR) y su brazo armado, el Ejército Patriótico Ruandés (APR), invadieron el país con el apoyo de Uganda, iniciando una guerra civil para derrocar al régimen.

La reacción inicial del Presidente ruandés fue incrementar la represión. Pero luego aceptó una negociación.

Cuando falleció en un accidente aéreo sobre Kigali, junto al presidente de Burundi, Cyprien Ntaryamira -su avión, un jet Falcon 50, se preparaba para el aterrizaje-, fue consecuencia de un misil que los hutus atribuyeron a los tutsi y los opositores al régimen.

Pero muchos creen que la muerte del dictador fue una operación de 'bandera falsa', y que en realidad el ataque, atribuido sin pruebas a los tutsi, fue ejecutado por un grupo de hutus, que se negaban a negociar, tal como había aceptado Habyarimana.

Así comenzó el Genocidio de Ruanda: en 100 días se cometieron entre 800.000 y 1.000.000 de asesinatos.

El resentimiento hutu, que por tantos años había ido incrementándose, estalló de la forma más espantosa posible contra los tutsis, que habían mantenido el poder por mucho tiempo: más del 75% de los tutsis ruandeses fueron exterminados.

Y quienes no perdieron la vida en la terrible masacre dejaron el país por temor.

Sin embargo, hoy Ruanda registra un enorme avance cultural: desde 2000 es Presidente el tutsi Paul Kagame.

El misil que mató al Presidente ruandés en 1994 fue disparado por la guardia presidencial

Francia, un culpable

Hubo complicidad occidental en la matanza. Y hay ejemplos concretos.

El 27/06/1994, el teniente coronel Jean-Rémi Duval y otros 15 militares franceses descubrieron en las colinas ruandesas de Bisesero, a 2.000 personas tutsis heridas y desnutridas, víctimas de la violencia de las milicias progubernamentales hutus. Eran 150.000 cuando se refugiaron allí en abril, al comienzo del genocidio.

Duval prometió regresar al día siguiente con más hombres para salvar a los sobrevivientes, pero, según él, sus superiores le pidieron no intervenir. Y 3 días después, cuando los franceses decidieron socorrerlos, la mitad había muerto masacrada.

Las recientes revelaciones del diario Le Monde demuestran que París llevó a cabo una estrategia diplomática y militar ambigua: ayudar al gobierno genocida para conservar su influencia en la región. Por esa razón, Francia también habría decidido ignorar el tráfico de armas que permitió la masacre.

A pesar de su pequeño tamaño, Ruanda era un país importante en la política de Francia.

Ruanda había vivido parte del siglo XX en una crisis de estabilidad, a causa de la división étnica a que apeló la colonización belga. En 1959, las comunidades entraron en conflicto violento, los hutus tomaron el poder y los tutsis empezaron a abandonar el país.

Los tutsis exiliados crearon el Frente Patriótico Ruandés (FPR), que intentó regresar militarmente al territorio en 1990. El Ejército francés se interpuso para mantener al régimen hutu en el poder, invocando un acuerdo de cooperación de 1975. Francia llegó a la conclusión de que el regreso de los tutsis desde Uganda y Tanzania, países anglófonos, ponía en riesgo la influencia francófona vigente en Ruanda, Burundí y Zaire (República Democrática del Congo).

El dispositivo militar desplegado por el gobierno del socialista François Mitterrand incluía el envío de 314 militares a Ruanda, en rol de entrenadores, y armas mientras decía facilitar el diálogo entre el régimen hutu y los exiliados tutsis (los acuerdos de Arusha, que preveían la participación de los rebeldes del FPR en las instituciones del país).

Genocidio de Ruanda

Pero el 06/04/1994, el avión del presidente Juvénal Habyarimana cayó derribado por un misil, de regreso de Tanzania, donde ocurrían las negociaciones. Horas después, milicias irregulares y las fuerzas gubernamentales hutus comenzaron la matanza.

París había recibido alertas en varias ocasiones de la posibilidad de esa escalada de violencia.

El diario Le Monde reveló un memorando confidencial escrita el 18/02/1993, 1 año antes, por la Dirección General de la Seguridad Exterior (DGSE), que describe “verdaderas masacres étnicas” en la ciudad de Gisenyi:“Se trataría de un elemento del vasto programa de purificación étnica orientada contra los tutsis, cuyos inventores serían dirigidos por personas cercanas al jefe de Estado”.

A comienzos de 1994, la DGSE advirtió sobre la estrategia de los extremistas hutus que en febrero estaban distribuyendo armas entre la población.

En mayo de 1994, la DGSE sugirió condenar los actos del régimen ruandés, pero el 'progresista' Mitterrand decidió el silencio.

Recién el 15/06/1994, 10 semanas después del comienzo del genocidio, un Consejo de Defensa de Crisis se organizó en el Palacio del Elíseo, y Mitterrand se lo encomendó al almirante Jacques Lanxade, jefe del Estado Mayor de los Ejércitos.

Así comenzó la Operación Turquesa, presentada como una acción humanitaria que, con la excusa de crear zonas de protección de civiles, intentaba llegar a Kigali, la capital, para detener el avance de los tutsis del FPR dirigido por Paul Kagame, hoy presidente de Ruanda.

Ruanda y el desarrollo verde

Los militares franceses desconfiaban de Kagame porque tenía formación militar de USA (entrenamiento militar en Fort Leavenworth, Kansas), y decían que integraba un complot contra la francofonía en África.

Es cierto que FPR tenía el apoyo de Yoweri Museveni, gobernante ugandés protegido por la Casa Blanca. Pero era ridículo todo el planteo de Mitterrand: salvar a los tutsis pero ayudar a los genocidas hutus a contener a los rebeldes.

En 1993, pese a todas las advertencias, Francia envió a su aliado africano 530 fusiles de asalto, 250 pistolas y miles de municiones de mortero.

Y Francia conoció pero no frenó el tráfico de armas hutu desde el embargo de armamento impuesto por la Organización de las Naciones Unidas el 17/05/1994.

Los hutu habían armado un mercado negro que arrancaba en Goma, Zaire, y las armas eran transportadas hasta Gisenyi, 2 zonas controladas en ese momento por el Ejército francés en el marco de la Operación Turquesa.

A pesar de todo, los hutus perdieron el control de Kigali el 04/07/1994. El Ejército galo, que tenía la intención de proteger la ciudad de los rebeldes tutsis, habría decidido al último momento no intervenir.

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Macabro recuerdo de la masacre de 800.000 tutsis y hutus moderado en apenas 100 días. En parte, alentada por las apetencias de países europeos. Ruanda, el país de las 1.000 colinas, registró un conflicto que mezcló la ineptitud y egoísmo de sus dirigentes, la crueldad del mundo occidental y la gran mentira que resulta la Organización de Naciones Unidas.
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