
En 1998/1999, Paraguay vivía días complicados.Lino Oviedo era el ganador seguro del comicio, al frente de su partido Unace, pero fue inhabilitado por una condena judicial impulsada desde el Partido Colorado: 10 años de cárcel por un intento de golpe de Estado contra el presidente Juan Carlos Wasmosy, en abril de 1996. Entonces Oviedo hizo que su compañero de binomio, Raúl Cubas, fuese el candidato, y ganó, con la promesa de liberar de inmediato a Oviedo. En agosto de 1998, Cubas cumplió con un decreto que fue desautorizado por la Corte Suprema de Justicia. Y en Diputados se conoció un pedido de juicio político contra Cubas, y circuló el rumor de que el vicepresidente Luis María Argaña sería el nuevo Presidente. Entonces ocurrió una muerte que para unos fue asesinato y para otros una muerte natural.
Pero prevaleció la teoría del magnicidio, y la indignación motivó la concentración de miles de ciudadanos en las plazas del Congreso, exigiendo la renuncia de Cubas y cárcel para Oviedo. Los oviedistas también movilizaron a sus partidarios y se produjeron enfrentamientos durante 6 días, que mantuvieron en vilo al país.
En la noche del 26/03/1999, francotiradores dispararon con armas de fuego desde las sombras, dejando un saldo de 8 jóvenes muertos y más de 700 heridos. La conmoción provocó la renuncia del presidente Raúl Cubas y la huida de Lino Oviedo hacia la Argentina. Asumió la presidencia el titular del Congreso, Luis González Macchi.
Un hijo Argaña fue designado ministro de Defensa y otro fue designado secretario del nuevo presidente, González Macchi.
Y la investigación del asesinato de Argaña adquirió un tinte político y desbarrancó. El hallazgo de Héctor Rudi Monges, el vendedor del auto Fiat Tempra usado por los supuestos sicarios, permitió dar con el comprador, Costantino Rodas.
La comprobación de las llamadas hechas desde su teléfono celular, a los pocos minutos del asesinato de Argaña, permitió conectar con otros sospechosos: Pablo Vera Esteche, Luis Rojas, Fidencio Vega y el mayor Reinaldo Servín, conocido dirigente oviedista, quien también se comunicó con el dirigente Víctor Galeano Perrone y el líder máximo de Unace, Lino Oviedo.
Como autores materiales, Rodas, Rojas y Servín fueron condenados a 25 años de carcel, y Vera Esteche a 22.
Lino Oviedo fue capturado el 12/06/2000, en Foz de Yguazú, Brasil, donde presuntamente se movía con un disfraz. Apelando a la Justicia brasileña, obtuvo la condición de asilado.
Regresó a Paraguay el 28/06/2004. Fue detenido y trasladado a la Prisión Militar en Viñas Cué, en las afueras de Asunción.
El 23/07/2007, Oviedo logró que un recurso de Habeas Corpus fuese admitido ante la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia paraguaya, y obtuvo su libertad provisional en el proceso por el asesinato de Argaña.
Otro Habeas Corpus fue admitido en el proceso por la masacre de jóvenes del Marzo Paraguayo.
Lino Oviedo falleció trágicamente en la noche del 02/02/2013, cuando regresaba a Asunción de una gira proselitista por la zona de Concepción. El helicóptero Robinson 44 que lo transportaba, en compañía del piloto y su guardaespaldas, se precipitó a tierra, falleciendo los 3 tripulantes. Justo ese día se cumplían 24 años del golpe que derrocó a Alfredo Stroessner, evento del que Oviedo fue protagonista.
> Versión N°1, hijo no reconocido de Argaña, Julio César Martínez: Ya estaba muerto.
“Yo no creo que ese día (por el 23 de marzo de 1999) haya muerto mi padre. El falleció el 22, a la tarde, en la casa de su amante. Es lo que toda la sociedad sabe”. Así, sin rebusques, declaró Julio César Martínez, hijo natural del Dr. Luis María Argaña, al periodista de ABC, Aldo Benítez, cansado de buscar el reconocimiento de sus hermanos, de quienes dijo que idearon el magnicidio para echar al gobierno.
El de Julio César Martínez es un testimonio más de los tantos que han atizado sospechas sobre la historia oficial presentada sobre el llamado magnicidio.
“Todo fue orquestado”, dijo desde su humilde vivienda de Guarambaré.
Sostuvo que sus hermanos negociaron el cadáver de su padre para eliminar políticamente a Lino Oviedo y Raúl Cubas a fin de apoderarse del gobierno.
(...) Señaló inclusive a Nelson Argaña como uno de los cabecillas (...).
“Cualquier criatura se va a dar cuenta de que fue todo a nivel político“, decía Martínez al tiempo que denunciaba que recibía amenazas desde que se hizo conocer como hijo del extinto vicepresidente.
(...) Ya decía el chofer sobreviviente, Víctor Barrios, en su declaración (aunque se desdijo más de una vez, por temor probablemente de quienes podrían eliminarlo por mentiroso):
“Cuando subí al vehículo noté que el doctor Luis María Argaña estaba desvanecido y parecía que no respiraba, además de presentar una coloración extrañamente amarillenta”.
Dijo que la Nissan Patrol “estaba en posición de partida y con el motor en marcha. No sé quién encendió el vehículo”.
“Solíamos saludarle, pero esa vez recibimos la orden de la señora Marilín de no molestarle por el camino, por lo que no le saludamos esa vez. No cambió de posición en el trayecto desde su casa y luego del atentado mantenía siempre la misma posición del lado derecho, pero más recostado”.
José Alberto Planás (Tomo 1, página 37) dijo: “Observé además una palidez casi amarillenta en sus labios y en sus uñas color morado o lila, haciéndome presumir que el Dr. Argaña ya había fallecido”.
(...) Sisley Erika Pintos Penayo: “Estaba totalmente blanco, como si fuera que no tenía sangre en la cara. Lo que me llamó la atención fue que si le dispararon del lado derecho, que se haya caído hacia ese mismo lado”.
> Versión N°2: Fue asesinado en un magnicidio montado por sus adversarios políticos.
"Luis María Argaña Ferraro, vicepresidente de la República del Paraguay, se despertó de buen ánimo en la mañana del martes 23 de marzo de 1999, según recordaría su hijo mayor, el arquitecto Félix Argaña.
Poco después de desayunar con su esposa Marilyn, subió al asiento trasero de la camioneta Nissan Patrol, color rojo, que debía conducirlo desde su residencia en el barrio de Las Carmelitas hasta su despacho en el centro de la ciudad de Asunción, en la sede de la Vicepresidencia.
Adelante iban el chofer, Víctor Barrios Rey, y su custodio asignado, el suboficial de policía Francisco Barrios González. Aunque posteriormente varias versiones buscaron sostener que Argaña ya había muerto la noche anterior y que en la camioneta solo viajaba el cadáver, Félix Argaña asegura que su padre llegó a realizar varias llamadas desde su teléfono celular esa mañana, una de ellas a su hijo Jesús, a quien le dejó un mensaje grabado, ya que el mismo no pudo atender.
Según declaraciones recogidas después por la policía, por la Justicia y por la Comisión Bicameral de Investigación, el conductor siguió el trayecto habitual que tomaba todos los días. Al tomar la calle Diagonal Molas, a unos 40 metros antes de alcanzar Venezuela, un auto Fiat Tempra, de color verde oscuro, se ubicó al costado izquierdo y empezó a adelantarlo. Eran cerca de las 8.35 de la mañana.
Al llegar a una lomada, el auto se interpuso bruscamente frente a la camioneta y le cerró el paso. El chofer Barrios Rey se vio obligado a frenar de golpe, para no chocar. Entonces, según la versión de la mayoría de los testigos, dos hombres descendieron del interior del Fiat, mientras un tercero permanecía al volante, con el vehículo en marcha. Hay testigos que mencionan a un cuarto hombre, pero la mayoría coinciden en que los que descendieron eran dos.
El que bajó del asiento del acompañante es descrito como un hombre fornido, quien portaba una escopeta calibre 12. Del mismo lado, pero por la puerta trasera, descendió otro hombre, con armas cortas y granada de mano colgadas del cinto. Ambos tenían el pelo corto, iban vestidos con ropas militares de estilo camuflaje o para'i.
"Eran uniformes para para'i, tenían camisas de mangas largas, desprendidas, tenían la remera larga debajo, botas, cinturón verde, las granadas de mano colgaban de su cintura. Eso me llamó la atención, la forma en que se bajaron, porque se bajaron rápido y ya corrieron hacia la camioneta y comenzaron a disparar los dos...", declaró Aurelio Arguello Enríquez, copropietario de una carpintería en el lugar del crimen, ante la Comisión Bicameral de Investigación.
Mientras el segundo hombre avanzó por la vereda hacia la parte trasera de la camioneta, el que llevaba la escopeta se colocó en frente, levantó el arma y apuntó directamente al parabrisas, realizando los primeros disparos. Los perdigones atravesaron el vidrio y parte del fuselaje del capó, dejando varios agujeros, pero el parabrisas permaneció entero. El otro atacante disparó con la pistola automática. Los proyectiles impactaron de lleno en el cuerpo del guardaespaldas Francisco Barrios González, quien había tenido tiempo de extraer su arma, pero ya no alcanzó a contraatacar. El chofer Barrios Rey resultó herido en el rostro, pero no perdió el sentido.
-¡Agáchense, hay que salir de acá...! -gritó Luis María Argaña desde el asiento trasero, según relató el chofer Barrios.
El chofer reaccionó por instinto, poniendo la palanca de cambios en reversa y oprimiendo el acelerador. La camioneta retrocedió algunos metros a gran velocidad, giró en forma lateral y se incrustó contra la muralla de una casa vecina, quedando varada, con una de las ruedas reventadas y el motor todavía en marcha.
Los atacantes se aproximaron disparando contra el vehículo. El chofer abrió la portezuela y agachándose pudo correr hacia atrás, metiéndose al patio de una vivienda vecina.
El segundo atacante se aproximó hasta la ventanilla trasera, que ya estaba rota, donde encontró a Argaña agachado sobre el asiento. Hasta entonces, el vicepresidente aún no había recibido un solo balazo. Según se detalla en la reconstrucción del ataque, el sicario metió la mano con el revólver 38 por el agujero de la ventanilla y apuntó al cuerpo. Argaña levantó el brazo como para intentar proteger su rostro. La primera bala lo golpeó en el antebrazo. Otros dos proyectiles le alcanzaron en el pecho. El vicepresidente cayó tendido sobre el asiento. Allí recibió el cuarto y último disparo, la bala mortal que le ingresó en la espalda, le destrozó un riñón y llegó hasta el corazón.
Eran las 8.45 cuando el asesinato del vicepresidente fue consumado.
Mientras varios vecinos salían de sus casas a mirar lo que sucedía y otros vehículos que circulaban por la calle se habían detenido a la distancia, ocasionando un gran congestionamiento."
(...) Tras la huida de los asesinos, el chofer Víctor Barrios Rey salió de la vivienda vecina donde había buscado refugio y llamó por teléfono a la sede de la vicepresidencia, informando acerca del ataque que habían sufrido.
El dirigente político colorado José Alberto Planás, integrante del Movimiento de Reconciliación Colorada -organización interna del Partido Colorado que había fundado Argaña-, fue uno de los primeros en llegar al lugar.
En una comunicación telefónica al aire con la periodista Mina Feliciángeli, directora de Radio Mil, confirmó que el vicepresidente acababa de ser asesinado. La comunicadora estalló en gritos y acusó directamente al general retirado Lino Oviedo y al presidente Raúl Cubas de ser los responsables del crimen. Rápidamente, la noticia fue retransmitida por las demás radioemisoras y los canales de televisión. Las agencias noticiosas internacionales empezaron a emitir cables urgentes.
Varios agentes de policías llegaron al lugar del crimen, pero parecían no saber demasiado cómo proceder. Rogelio Giménez, camarógrafo de Canal 9 Cerro Corá, vecino del lugar, llegó a los pocos minutos al sitio con su cámara, y pudo grabar las primeras escenas. Uno de los detalles absurdos mostrados en la televisión fue que un policía insistía en reclamar su cédula de identidad al chofer Barrios Rey, quien tenía el rostro sangrante y estaba en estado de shock, en lugar de prestarle auxilio.
Tras descubrir que había una granada de mano sin explotar debajo de la camioneta de Argaña, pasaron varios tensos minutos, hasta que expertos policiales realizaron una detonación controlada.
El cuerpo del vicepresidente Argaña fue sacado del vehículo y trasladado en una ambulancia hasta el Sanatorio Americano, sobre la avenida España casi Washington, donde los médicos confirmaron su deceso."
Versión N°2 bis: el asesino confeso de Luis María Argaña, Pablo Vera Esteche, le dijo a Radio Mil que él, Luis Rojas y Fidencia Vega actuaron por encargo de personas que estaban ligadas en ese entonces a Lino César Oviedo. Admitió estar arrepentido de haberlo matado.
“Fue el martes 23 de marzo (1999), entre las 8 y las 9. El doctor Argaña le dijo a Luis Rojas: mi hijo, no me maten, pensó que éramos militares, porque estábamos vestidos como militares. Luis Rojas le disparó, yo le tiré a su chofer o su custodio, le acerté en la cabeza”.
“Siento mucho por ellos, por la familia (Argaña), a mi me metieron en la cabeza que Argaña era una persona odiada. Yo me arrepiento, ellos han perdido a su padre, el sufrimiento que pasó esa familia es tremendo”, siguió bajándole el tipo.
Dijo que su “arrepentimiento” se dio cuando vio que los jóvenes fueron a las plazas del Congreso a manifestarse en contra de lo que pasó: (...) “Cuando vi que esos jóvenes morían por sus derechos, mucho antes de caer preso, ahí yo ya me arrepentí y me dije ¡qué es lo que hice!”.
(...)
Esa misma mañana se conoció un hecho muy llamativo, ocurrido en la sede del Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE), sobre la avenida Eusebio Ayala, cuando varios periodistas informaron que a pocos minutos de confirmarse el asesinato de Argaña, 2 de los 3 miembros del Tribunal, Expedito Rojas y Carlos Mojoli, ya tenían lista una resolución convocando a elecciones para elegir a un nuevo vicepresidente para el 10/09/1999.
La periodista Dolly Olmedo, de Radio Cardinal, declaró ante la Comisión Bicameral de Investigación que a las 9 de la mañana, apenas a 15 minutos de que se consumara el atentado contra Argaña, Raúl Mojoli, hijo de Carlos Mojoli, le reveló que su padre estaba preparando la resolución para elegir al nuevo vicepresidente.
El periodista Miguel Almada Tatter, de Radio Uno, quien realizaba coberturas en temas electorales, declaró ante el juez Jorge Bogarín: "A través de funcionarios de la Justicia Electoral, empezó a circular lo que sería un proyecto de resolución judicial, que aparentemente tenía la firma de los doctores Expedito Rojas y Carlos Mojoli. Recuerdo que ese proyecto fue acercado a las oficinas del doctor Ramírez Zambonini y quedó allí ese documento. Todo es fue alrededor de las 10:00 horas del 23 de marzo del año en curso. Esa resolución hablaba de que por haberse producido la vacancia de la vicepresidencia de la República, en su efecto se procedía al llamado para elecciones a fin de cubrir ese cargo. Este hecho llamó mi atención y el de los numerosos periodistas que en ese momento cubrían la Justicia Electoral".
En horas de la tarde se conoció la noticia de que el ministro del Interior, comisario Rubén Arias, había renunciado a su cargo. En su lugar, el presidente nombra a su propio hermano, el capitán retirado Carlos Cubas, quien se comprometió públicamente a aclarar el asesinato de Argaña.
El abogado en la Argentina del ex general Lino César Oviedo acusó al ex presidente paraguayo Juan Carlos Wasmosy y a la familia Argaña de conspirar para simular el asesinato del ex vicepresidente Luis María Argaña quien, dijo ayer a Clarín, ya estaba muerto de cáncer el día en que montaron el atentado.
El abogado Federico Pinto Kramer, ex juez federal y actual representante legal de Oviedo en su exilio en la Argentina, aseguró que hay pruebas visuales e indicios muy contundentes que comprobarían que Argaña ya estaba muerto el 23 de marzo pasado, cuando tres hombres vestidos con ropa militar acribillaron el vehículo en que se desplazaba con su custodia a las puertas de su oficina, en Asunción.
En un cruce de relatos, la versión fue inmediatamente desmentida desde Asunción por el ministro paraguayo de Educación, Nicanor Duarte Frutos. El funcionario calificó la tesis de Pinto Kramer -una versión que también circula en Paraguay- de "disparate monumental" y de "patraña siniestra montada por cómplices del genocida Oviedo", según dijo a Clarín.
En comunicación telefónica con este diario, Pinto Kramer disparó su tesis de dudas sobre el asesinato que hizo arder a Paraguay, el mismo día en que Interpol de Argentina recibió un pedido de captura internacional de Oviedo, el ex jefe del ejército paraguayo condenado a 10 años de prisión tras haber intentado derrocar al gobierno de Juan Carlos Wasmosy, en 1996.
Oviedo, el hombre fuerte de Paraguay, tan enfrentado a Argaña como a Wasmosy, se escapó a Buenos Aires el 29/03/1999, y poco después recibió asilo del gobierno de Carlos Menem. El protegido de Oviedo, el ex presidente paraguayo Raúl Cubas, se asiló también, pero en Brasil.
Cualquiera que mire las imágenes del momento en que sacan el cadáver de Argaña del auto baleado verá claramente su camisa blanca sin una mancha de sangre, disparó el abogado. Si ellos sostienen que los asesinos vaciaron una Itaka, y a la custodia y al chofer se los ve claramente acribillados y ensangrentados, ¿dónde están los disparos en el cuerpo del doctor Argaña? ¿Por qué además alguien que quiere volar un auto lanza una granada con el seguro puesto?, dijo Pinto Kramer, para agregar otro condimento a su relato: "Recibimos un aviso de que el médico de guardia que lo atendió el día del falso atentado es el hermano de Wasmosy."
También en su denuncia el abogado argentino dijo que sabe de buena fuente que el cadáver llegó al Sanatorio Americano en avanzado estado de rigidez cadavérica.
Según Pinto Kramer, otros elementos que agregarían dudas a la muerte del vicepresidente son el hecho de que su cadáver fuera trasladado al Sanatorio Americano, que está a unas 11 cuadras del lugar del atentado, y no al Hospital Español, que era el más cercano. Además, recordó, al cadáver no se le practicó la autopsia.
El reporte oficial de la policía sobre Argaña indicaba que murió casi en forma instantánea tras recibir diez balazos. Dos de ellos, se dijo, dieron en su cabeza, seis en el tórax y uno en cada pierna.
Argaña era un veterano militante del oficialista Partido Colorado y ex presidente de la Corte Suprema del dictador paraguayo Alfredo Stroessner. (...) Pinto Kramer sostiene que Argaña tenía un cáncer de colon terminal. Tenía un ano contra natura y tras su viaje a Francia, uno o dos meses antes del falso asesinato -dijo- le dieron sólo meses de vida. No lo puedo probar pero es posible que Argaña haya muerto de un paro cardíaco producto de su cáncer y con ello montaron la escena de su asesinato. (...)
¿Para qué querría Oviedo matar a un hombre que se iba a morir en poco tiempo? Esto lo han hecho perfecto. (...) Hoy gobierna la gente de Stroessner."