
En el otoño (boreal, primavera en Argentina) de 2015, afuera de un depósito suburbano en el sur de Nevada, los vecinos comenzaron a quejarse por un hedor misterioso y cajas ensangrentadas encontradas en un contenedor de basura. En diciembre (ya invierno en USA, verano en Sudamérica), según los registros oficiales, una denuncia anónima informó a las autoridades acerca de alguna actividad extraña en el patio de ese depósito.
Los inspectores de salud encontraron a un hombre, vestido con uniforme médico, sosteniendo una manguera de jardín, con la que descongelaba un torso humano congelado bajo el sol del mediodía.
Cuando el hombre regó los restos, "trozos de tejido y sangre se fueron por las canaletas", dijo el informe del inspector sanitario del estado.
Lo cierto es que en USA existe un mercado próspero -y en gran medida sin regular- de venta de cadáveres y partes de cuerpos humanos, especialmente de individuos de familias pobres, según la investigación de la agencia Reuters que lideraron Brian Grow y John Shiffman.
Ellos encontraron algo que definiendo como "un corredor de cuerpos, una compañía que adquiere cadáveres, los diseca y vende las piezas con fines de lucro a investigadores médicos, organizaciones de capacitación y otros compradores". Ese era el destino del torso en la camilla que encontraron los inspectores.
El sur de Nevada, aprendieron los inspectores, era un llamado corredor de cuerpo, una compañía que adquiere cadáveres, los diseca y vende las piezas con fines de lucro a investigadores médicos, organizaciones de capacitación y otros compradores. El torso en la camilla estaba siendo preparado para tal venta.
Cada año, miles de estadounidenses donan sus cuerpos en la creencia de que están contribuyendo a la ciencia. De hecho, muchos otros también están contribuyendo involuntariamente con esa actividad.
Al recibir los cadáveres, estos brokers los diseccionan y venden diferentes partes. Este esquema está extendido en la mayoría de los estados de USA, especialmente entre familias de escasos recursos que no pueden permitirse un funeral tradicional.
Según Reuters, se trata de un mercado prácticamente sin regulación, a diferencia de la industria de trasplantes de órganos y tejidos, que el Gobierno de USA controla estrechamente.
Así, mientras vender corazones, riñones y tendones para trasplantes es ilegal, ninguna ley federal rige la venta de cadáveres o de partes del cuerpo para su uso en investigación o educación.
Cuando se dona un cuerpo, pocos estados establecen normas que rigen el desmembramiento o el uso, u ofrecen derechos sobre los familiares más cercanos del donante. Los cuerpos y las piezas se pueden comprar, vender y arrendar, una y otra vez. Como resultado, puede ser difícil rastrear qué sucede con los cuerpos de los donantes.
Pocas leyes estatales ofrecen supervisión alguna, de manera que casi cualquier persona, independientemente de su experiencia, puede diseccionar y vender fragmentos de cuerpos humanos.
¿Quiénes los compran?
Los cadáveres y partes del cuerpo se utilizan para entrenar a estudiantes de medicina, médicos, enfermeras y dentistas, mientras que los investigadores los usan para desarrollar nuevos instrumentos quirúrgicos, técnicas e implantes, así como medicamentos y tratamientos para enfermedades.
Sin embargo, debido a la poca regulación existente, en la mayoría de los estados cualquier persona puede comprar partes de cuerpos humanos legalmente. De hecho, un periodista de Reuters intentó realizar una compra de este tipo para determinar la facilidad con la que se podía hacer, y una compañía de Tennessee le vendió una columna cervical y dos cabezas humanas después de un breve intercambio de correos electrónicos.
¿Cuánto cuestan?
Al igual que con cualquier producto, los precios varían según las condiciones del mercado. En general, una empresa puede vender un cuerpo humano completo por entre 3.000 y 5.000 dólares, aunque los precios a veces superan los 10.000. Lo más habitual, sin embargo, es que la compañía divida un cadáver en partes, que según los documentos internos de siete empresas, tienen este rango de precios:
> US$ 3.575 para un torso con piernas;
> US$ 500 por una cabeza;
> US$ 350 por un pie;
> US$ 300 por una columna vertebral.
Un caso testigo
Harold Dillard trabajó con su hermano en la reparación de bañeras y mobiliario de cocina en Albuquerque, Nuevo México. Le diagnosticaron cáncer terminal el día después de Acción de Gracias, en 2009.
"Tenía 56 años, era joven, activo, saludable, tenía una vida excelente y una noche, ¡bam!", dijo su hija, Farrah Fasold. "Quería hacer lo último desinteresado que podía hacer antes de morir, por lo que donó su cuerpo".
Mientras su padre agonizaba, dijo Fasold, los empleados de Bio Care, broker de Albuquerque, visitaron al padre y a la hija, e hicieron un discurso que parecía sincero: el generoso regalo de su cuerpo a la ciencia beneficiaría a estudiantes de medicina, médicos e investigadores. Fasold dijo que Bio Care deslizó que el cuerpo de su padre podría usarse para entrenar a los cirujanos en técnicas de reemplazo de rodilla.
Pasaron semanas más de lo prometido para recibir lo que le dijeron que eran los restos cremados de su padre. Una vez que los recibió, sospechó que no eran sus cenizas porque parecían arena. Y era cierto: arena, no ceniza.
En abril de 2010, las autoridades informaron a Fasold que la cabeza de su padre se encontraba entre las partes del cuerpo descubiertas en un incinerador médico. También se enteró que Bio Care estaba en el negocio de vender partes del cuerpo.
"Estaba completamente histérica", dijo. "Nunca hubiéramos dado nuestra conformidad si alguna vez hubieran dicho algo sobre vender partes del cuerpo, de ninguna manera. Eso no es lo que mi padre quería en absoluto".
Dentro del depósito de Bio Care, las autoridades dijeron que encontraron al menos 127 partes del cuerpo que pertenecen a 45 personas.
"Todos los cuerpos parecían haber sido desmembrados con un instrumento de corte tosco, como una motosierra", escribió un detective de la policía en una declaración jurada.
El propietario de Bio Care, Paul Montano, fue acusado de fraude. De acuerdo con la declaración jurada de la policía, Montano negó haber abusado de los cuerpos y les dijo a los detectives que él dirigía Bio Care con "5 empleados voluntarios", incluido su padre. Él no respondió a Reuters cuando le solicitó un comentario.
En diciembre 2016, Reuters informó que más de 20 cadáveres donados a un intermediario de Arizona se usaron en experimentos con explosivos del Ejército estadounidense, sin el consentimiento del difunto o el pariente más cercano. Algunos donantes o sus familias habían objetado explícitamente, en los formularios, que se sometiera a los cadáveres que donaban a experimentos militares. Los familiares se enteraron de los experimentos que ocurrieron en 2012 y 2013, no por el Ejército, sino de un periodista de Reuters que obtuvo registros sobre lo que sucedió.
En otro caso, en Detroit (Michigan), Arthur Rathburn, irá a juicio en enero por fraude, acusado de suministrar a médicos desprevenidos partes del cuerpo infectadas con hepatitis y HIV para su uso en seminarios de capacitación. Funcionarios de USA citaron el caso como un ejemplo de su compromiso de proteger al público. Pero Reuters descubrió que, a pesar de las señales de advertencia, los funcionarios estatales y federales no pudieron controlar a Rathburn por más de una década, lo que le permitió continuar adquiriendo cientos de partes del cuerpo y alquilarlas para obtener ganancias. Él se ha declarado no culpable.
Dado el número de intermediarios corporativos que actualmente operan en USA, académicos y otras personas familiarizadas con la industria dicen que las inspecciones regulares a las instalaciones y las revisiones de los formularios de consentimiento de los donantes no representarían una gran carga fiscal para el gobierno.
"Nadie está reinventando la rueda", dijo Christina Strong, abogada de Nueva Jersey que coescribió un conjunto de normas que la mayoría de los estados adoptaron en gran parte para la industria del trasplante de órganos. "No sería difícil imaginar una legislación uniforme que requiera que aquellos que recuperan, distribuyen y utilizan cuerpos humanos adhieran a estándares uniformes de transparencia, trazabilidad y autorización".